El peso de la ley

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Fallida ópera prima de Fernán Mirás, otro de los actores populares que se pone detrás de cámara para dirigir y coprotagonizar “El Peso de la Ley” (2017), una propuesta que estética e ideológicamente atrasa muchos años en la producción nacional. Con una escena inicial bastante complicada, el director comenzará a desandar los pasos de Gloria (Paola Barrientos) una abogada con espíritu aguerrido y una vocación por defender a los desprotegidos creciente, pero que con el correr de los años se terminó por transformar en una rata de oficina que no sale a ver el sol más que si necesita ir a buscar algún expediente a otro edificio.
Cuando un día un caso llega a sus manos, con la particularidad de estar firmado por una ex profesora suya que admiraba (María Onetto), la mujer decide poner manos a la obra y profundizar en la información que indica la foja y media que terminó por condenar a un hombre tras las rejas.
De esa abulia y aburrimiento profesional, Gloria, termina por reencontrarse consigo misma y comenzará a avanzar en el caso, el que, sin saberlo, posee un detrás interesante en el que está involucrado un pueblo. La corrupción, la mentira, el engaño, son parte del caso, por lo que la abogada deberá comenzar a desandar los días del acusado, y también de la víctima (Mirás), mientras lucha con el juez que lleva la causa (Darío Grandinetti) y la fiscal que no es otra que la profesora anteriormente mencionada (Onetto).
A estos cuatro personajes, además, se les sumará una serie de secundarios que configurarán el cuerpo necesario para que la narración avance y sume conflictos a la misma, todo registrado con una cámara que acompaña, pero que también busca algún vuelo, principalmente en tomas aéreas.
La banda sonora, una melodía costumbrista interpretada en piano, taladra los tímpanos del espectador, el que deberá conformarse con diálogos poco felices sobre aspectos que hoy en día, gracias a Dios, la sociedad ya ha podido transformar y aceptar.
“El peso de la Ley” busca desnudar el back de la justicia, sin repetir fórmulas o estereotipos de producciones extranjeras en las que un abogado/a posee el mismo glamour que un modelo de portada de revista. Barrientos compone su personaje con solidez, aún con algunos trazos gruesos marcados por un guion que no encuentra el tono ideal para que la verosimilitud del cuento aparezca, y por ende, la consolidación del relato como tal.
El resto del elenco acompaña, como puede, algunos con muchos manierismos ya vistos en infinidad de oportunidades (Grandinetti) y otros en roles incómodos, por lo que terminan de construir su actuación desde un lugar casi bizarro (Onetto). Así y todo, por momentos, “El peso de la Ley” puede superar obstáculos que su propia forma le impone, con un formato cuasi televisivo, tal vez, heredado de la vasta experiencia del director en ese tipo de soporte.
Al no decidir por un tono en particular, o la comedia, o el drama, las idas y venidas del registro resienten la historia de una película, que lamentablemente tenía mucho para crecer, pero que prefirió quedarse en una zona de confort sin apegarse a algunas reglas del género.