El peso de la ley

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Un debut auspicioso
La opera prima de Fernán Mirás amalgama thriller, drama y toques de comedia en una buena historia de índole judicial.

Un auspicioso debut en la realización cumple Fernán Mirás con El peso de la ley, porque amalgama bien el thriller y el drama con pasos de comedia, y roza el cine de denuncia.

La película se basa en una historia real: un empleado de mantenimiento de un pueblito –barre la ruta- es acusado de haber violado a un compañero, que tendría una discapacidad mental (el propio Mirás). La fiscal Rivas (María Onetto) pide 12 años de prisión, lo que a la defensora de oficio (Paola Barrientos) le parece excesivo, y hasta duda de que haya sido una violación.

A partir de allí, y luego de arrancar con el examen que Rivas le tomó en la Facultad de Derecho a Gloria años atrás, la película desanda el conocido camino del encuentro de la abogada con su defendido en prisión, pero varía en el tono rutinario de los filmes sobre procesos judiciales.

Hay algo de farsa, no por las situaciones sino por el ida y vuelta de los diálogos, como un familiar lejano de El secreto de sus ojos son las conversaciones y/o discusiones en el juzgado. Hay corrupción, arreglos bajo la mesa, la familia judicial, maltratos y silencios encubridores.

El de Mirás en pantalla no es el papel principal, ya que la historia opta por Gloria y su enfrentamiento con Rivas. Y a Onetto, que se luce hasta en un rol estereotipado, lo mismo que Darío Grandinetti como su juez gay, hay quien se le suma. Es Barrientos y todo su histrionismo. La actriz no ha tenido hasta el momento grandes oportunidades en el cine, pero supo destacarse y conmover en una producción pequeña como Ciencias naturales. Y esos choques entre profesora y alumna, la poderosa e inescrupulosa contra la sincera y que va en busca de la verdad, en pantalla se disfrutan.