El perseguidor

Crítica de Ezequiel Boetti - Cinemarama

Primera ficción del documentalista Víctor Cruz, El perseguidor narra la historia de un matrimonio (Marita Ballesteros y Alejo Mango) acechado por un personaje cuya presencia corpórea no se manifiesta hasta bien avanzado el metraje, pero que se presiente desde el comienzo mismo. El ¿ladrón? ¿detective? ¿voyeur? ¿todo junto? en cuestión los filma en secreto y descubre la cara oculta de una pareja en apariencia perfecta. El mismo Cruz reconoció en varias entrevistas gráficas la enorme influencia de Haneke, algo que se manifiesta desde un punto de partida de indudables reminiscencias a Cache. Pero si allá todo era implosivo, hacía adentro, aquí el crecimiento exponencial de la tensión, la utilización de una cámara subjetiva, los encuadres perfectos que muestran personajes siempre a punto de explotar ubican a El perseguidor –parte de la Competencia Argentina del Festival de Mar del Plata ’09- más cerca del díptico El asaltante-La Sangre brota (sobre todo de la primera) que de la película francesa. La referencia no es casual: Pablo Frendrik, director del binomio, es el productor del film. Más allá de eso, El perseguidor es un atrapante thriller, intenso en su escaso metraje, narrado con solidez y justeza, que ubica a Víctor Cruz como un director a tener en cuenta.