El perro que no calla

Crítica de Matías Asenjo - Sin Intervalos

EL PERRO QUE NO CALLA. Ese animal llamado humano según Ana Katz.

Sebastián tiene varios trabajos temporales y abraza el amor cada vez que encuentra una oportunidad. Su transformación se retrata en un mundo cambiante y en el que puede producirse un apocalipsis.

Sensible es este nuevo film de esta excelente directora argentina. Una fotografía que se siente trabajada con atención y delicadeza para retratar los sucesos que atraviesa este protagonista interpretado por su propio hermano, Daniel Katz, acentuando este carácter artesanal y propio que propone la cinta.

Y es que, si bien completan el elenco nombres de la talla de Carlos Portaluppi y Julieta Zylberberg, todo estará centrado en Sebastián. Este personaje que todo lo acepta, que a todo se adapta o, como diría Alexander Pope “acepta todas las plegarias y renuncia a todos los deseos”. Todo bajo un blanco y negro que por momentos hace más desolador y sentido el relato.

Un humor de situación y la mezcla de animación en un momento particular son algunos de los recursos que le calzan de maravilla a la cinta dándole aire y un sello propio.

Pero el giro premonitorio que contiene la película es uno de los grandes llamativos que capta la atención de los transeúntes y es que realmente impacta. No voy a detallar demasiado para quienes no hayan visto nada aún pero considerar que esta historia fue filmada antes de la pandemia pareciera a primera impresión digno de una vidente.

Una película contemplativa, reflexiva, que retrata la capacidad humana de adaptarse y nos invita por lo tanto a detenernos y pensar. Eso que a veces nos falta: detenernos. Pensar.

Por Matías Asenjo