El perro Molina

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Sinfonía de conurbano, pero con menos garra

Sigue desarrollando Campusano su galería de sujetos poco recomendables del conurbano, siempre pintados con trazo grueso y escenas violentas debidamente verosímiles, a diferencia de los diálogos. Esto último es un gran punto en contra, aunque algunos exégetas lo consideren una marca de estilo. Lo mismo, la falta de un director de actores, que habría sido de gran ayuda para muchos miembros del elenco y también para el público.

Esta vez, el escenario, los personajes y su nivel de vida son otros. No así la tendencia a resolver los conflictos en forma inmediata, mediante el uso de revólveres, sopapos o fierrazos. Abundan los pícaros y asociales de clase media. Falta un ser noble, como el sencillo Vikingo montado en su moto, que alcanzó estatura casi épica en la anterior de Campusano, "Fantasmas de la ruta". "El Perro Molina" no llega a ese nivel. Solo es un delincuente en retiro efectivo, sin el aire señorial que supieron tener otros colegas suyos pintados por Melville, Becker o Giovanni.

Pero reacciona como aquellos, atento a un código de malandras que el público sigue con cierta simpatía. Los malos de la película, por otro lado, no merecen mayor misericordia, sobre todo un pibe dañino, bastante sicópata, representante de las nuevas generaciones, que tampoco merece una muerte rápida, y eso Campusano y el Perro lo saben bien y obran en consecuencia. Otro destino merecería una joven que abandona su rol de ama de casa para "hacer esto", como definen su oficio las minas que hacen "eso". Para colmo ni siquiera se aleja demasiado de la casa, así aumenta el bochorno del marido policía y la violencia es más chocante. Por supuesto, también hay otros personajes, ninguno de los cuales trabaja en algo honrado ni aporta al Anses, salvo el susodicho policía, que tampoco es honrado pero llegó a comisario y quién sabe si llega al final de la película.

A señalar, la fotografía de Eric Elizondo, y la presencia de Florencia Bobadilla commo femme fatale de Zona Oeste. Otros papeles son cubiertos por Daniel Quaranta (el Perro), Damián Avila (su discípulo), Ricardo Garino (el tira), Carlos Vuletich (el cafisho Calavera) y Assiz Alcaráz (la nueva generación). Rodaje en Marcos Paz y alrededores.