La segunda parte de una película de animación danesa, creación de Anders Matthensen que co-dirige con Thorbjørn Christoffersen y que sigue las aventuras de Alex y ese espíritu encarnado primero en un puercoespín y luego en un muñeco de trapo con estampados de cuadros. Aquí se enteran que el villano Phillip Eppermint, que ha evadido una sentencia de prisión en Tailandia, porque desaparecieron las pruebas de la muerte de un niño y también los chicos que podían atestiguar en su contra. El autor tan popular en Dinamarca utiliza un humor zumbón y apropiado más para chicos adolescentes, con esa temática de explotación infantil, enfrentamientos duros y ciertas características de mundo adulto. Con una animación colorida y una aventura que tiene momentos tensos y no pocas críticas al camino de crecimiento de su protagonista.
A no confundirse con los afiches o los trailers promocionales, El pequeño ninja no es una propuesta infantil y su contenido podría resultar un poco turbio para los niños por lo que es importar aclarar esta cuestión de entrada. Se trata de una comedia dramática desarrollada en el género de animación que se convirtió en la película danesa más taquillera en la historia de ese país. El proyecto fue concebido por el comediante de stand up, Anders Mathesen, quien debutó en el 2004 con la comedia para adultos, Terkel in Trouble que fue muy bien recibida en festivales de cine. La película del muñeco ninja, estrenada en Europa en el 2018, consiguió distribución internacional y el año pasado obtuvo una continuación. La trama tiene como protagonistas a Alex, un joven que sufre bullying en la escuela y un día recibe como regalo un ninja de peluche poseído por el espíritu de Nakamura Chōbei, un famoso bandido rural del antiguo Japón que vivió en el siglo 16. El guerrero le ofrece su protección en el colegio si lo ayuda a vengar la muerte de un niño de Tailandia que fue asesinado por un empresario danés en una fábrica clandestina. A partir de esa premisa el director Mathesen propone una película que toma el riesgo de elaborar un contenido irreverente que sería imposible de concebir en los estudios de Hollywood. El film comienza con el brutal asesinato de un chico que forma parte de la mano de obra esclava de un millonario y establece de entrada el tono oscuro que ambientará el relato. A partir del encuentro entre los protagonistas la trama juego un poco más con la comedia de enredos, siempre orientada a un público maduro, debido al humor crudo que maneja el director y referencias a la pornografía, el suicidio, el sexo y la representación de drogas. En última instancia hay que recordar que se trata de una propuesta animada de la tierra de Lars Von Triers donde los contenidos freaks prácticamente son un patrimonio nacional. Parte de la gracia de la comedia retorcida de Mathesen pasa por el hecho que los elementos oscuros de su obra se contrastan con los diseños de los personajes, que remiten a las típicas propuestas animadas de Disney o Dreamworks. Desde los aspectos técnicos el film se encuentra a la altura de lo que solemos ver habitualmente dentro del subgénero CGI y es un producto cuidado para tratarse de un proyecto que contó con un presupuesto moderado. Probablemente el público adolescente la termine valorando un poco más, ya que a ellos está dirigido el mensaje que expresa el director en torno a la violencia.
Secuela de una película que no hemos visto en Argentina, en la búsqueda de resolver la verdad sobre un siniestro villano, se complejiza el día a día de un niño que, junto a su pequeño “ninja” buscará la verdad, pero también, su lugar en el mundo.
Esta producción danesa de animación se podría definir como de estilo clásico en su concepción visual, pero efectiva. Es la segunda entrega del personaje, “Ninja a Cuadros” (2018) fue su presentación, de hecho el titulo original de la actual es “Ninja a Cuadros 2, Misión Tailandia”. En un primer acercamiento, el filme se presenta subvertido, no parece ser p
Llega a los cines argentinos la peculiar película danesa "El Pequeño Ninja", uno de los grandes éxitos de Dinamarca en este último tiempo, y la cual ha dado de qué hablar en el resto de Europa. Ganadora del premio Mejor Guión y de Mejor Película Infantil-Juvenil, esta particular historia de Alex y su pequeño muñeco ninja ponen en relieve problemáticas actuales. Si bien parte de la promoción del tráiler y de los posters invitan a pensar que se trata de una película animada infantil, vale aclarar que la propuesta y las temáticas que aborda pueden llegar a ser bastante turbulentas para niños. Dirigida por Thorbjørn Christoffersen y por el famoso comediante de stand up danés, Anders Matthesen, el film retoma parte de la historia de su primera película que fue estrenada en 2018. Alex es un niño al que le interpela las injusticias. Mientras trata de lidiar con sus propios problemas, como su relación tensa que tiene con su padrastro y su hermano, o los sentimientos que tiene con respecto a una compañera de su colegio, no se iba a imaginar que su vida iba a cambiar al momento en que su tío, como regalo de su viaje a Tailandia, le da un muñeco ninja. Ese muñeco, que en un principio parece ser un juguete más, en realidad está poseído por un gran espíritu japonés, el cual le pedirá ayuda a Alex para liberar a varios niños del abuso del malvado empresario Phillip Eppermint. Sin embargo, Eppermint logra evadir la sentencia de prisión en Tailandia, por lo que Alex y su muñeco ninja se unen nuevamente en una peligrosa misión, junto con toda su familia, para que esta vez, puedan detenerlo definitivamente. Si bien es una película de comedia animada que maneja un estilo visual como las infantiles, la temática que aborda es oscura. Matthesen es conocido por manejar un humor ácido y retorcido. Es por eso que en esta propuesta, utiliza gags que hacen referencia a la explotación infantil, la pedofilia, el sexo, entre otras problemáticas. En definitiva, “El Pequeño Ninja” es una película entretenida y que, debido a su mensaje, está pensada más para un público juvenil - adolescente.
Alex se encuentra atravesando, con extrema dificultad, los pormenores de la preadolescencia. El joven no tiene un gran vínculo con su hermanastro, su novia lo rechaza por no considerarlo lo suficientemente temerario y su único amigo es un ninja de peluche. “Soy tan solo un niño”, se lamenta con tristeza cuando se siente compelido a emprender una peligrosa misión para hacer del mundo un lugar un poco menos cruel. El largometraje de la dupla Anders Matthesen-Thorbjørn Christoffersen se presenta, inicialmente, como una buddy movie, con Alex y ese ninja viajando a Tailandia para encontrar al villano de la historia, Phillip Eppermint, un fabricante de juguetes que salió de la cárcel a pesar de haber cometido actos inhumanos contra sus empleados. En ese sentido, el film es mucho más oscuro de lo que deja entrever en un comienzo, y se va tornando cada vez más áspero cuando Alex y su peculiar amigo buscan salvar a una niña del castigo de ese hombre inescrupuloso. El pequeño ninja sale airosa al momento de tomar riesgos narrativos dentro de esa historia de denuncia contra las grandes corporaciones, sobre todo cuando la entrañable amistad sobre la que se erige se deja en un segundo plano en pos de tamizar las viñetas cómicas para concebir un relato de aventuras con toques de thriller, cruza de géneros que funciona sorprendentemente bien, pero que quizá no conecte con los más pequeños. Cerca del final, sus directores también dejan en evidencia su interés por las narrativas coming of age [de camino a la adultez] cuando Alex, ese ingenuo protagonista, se ve obligado a crecer de golpe para demostrarse a sí mismo lo mucho que vale, ignorando así un microcosmos que lo agrede y subestima.
LOS JÓVENES DE HOY EN DÍA Antes que nada, una particularidad de la distribución de cine. Este film animado danés, dirigido por Thorbjørn Christoffersen y Anders Matthesen, es en verdad la segunda parte de una película nunca estrenada en el país. Sin embargo no hay nada en su lanzamiento que nos indique que estamos ante una secuela. Por lo tanto, si no vimos la original (y a fuerza de ser sinceros, no conocíamos de su existencia hasta ahora), los primeros minutos nos encontrarán absolutamente perdidos entre personajes que ya han sido presentados, vínculos que fueron definidos con anterioridad y elementos mágicos que se precipitan sin una explicación que nos ponga en situación. Y por si esto fuera poco, la historia de alguna forma continúa lo que ya se ha contado, con un villano que sale de prisión por delitos que intuimos. Pero lo interesante de El pequeño ninja (2) es que tiene tantas particularidades en su construcción, que esto de ser una secuela nunca anunciada como tal es apenas un detalle menor. Para los que desconocíamos el universo en el que nos íbamos a meter, digamos que el prólogo nos pone en situación de alerta. Por medio de sombras, la película nos presenta un crimen bastante violento y sangriento para lo que suponemos una película animada infantil. Pero atención: ¿estamos ante una película infantil? Y ahí entramos en un dilema, digamos, cultural. ¿Cuáles son los límites que se consideran tolerables en Dinamarca para una película destinada a los chicos? ¿Son diferentes a los nuestros? Lo cierto es que este es el primero de una serie de elementos rugosos que se introducen en la película, traficada desde el diseño como un film para niños con aire a Dreamworks pero que no lo es tan así: la familia protagónica viajará por caprichos del guion -y del niño protagonista- a Tailandia y allí se cruzarán con una realidad de clubes nocturnos, mafiosos, prostitución, referencias explícitas a las drogas, secuestros de niños y explotación laboral. Y no hay aquí un juego canchero de referencias para llegar al público adulto a lo Shrek ni un dramatismo que agrega circunspección al cine animado, sino un film cuya lógica es esa, la de imbricar una superficie infantil con un relato repleto de sordideces levemente lavadas, incluyendo incorrecciones varias, algunas vinculadas a la sexualidad que quedan afuera de espacio y tiempo. Y de agenda. Todo esto no vuelve a la película necesariamente buena, pero la hace mucho más interesante que la media del cine animado periférico a Hollywood que se estrena regularmente (y del central a Hollywood también). Y no es mejor, porque su humor funciona en cuentagotas y su trama casi de policial es bastante básica y le falta sofisticación como para hacer que esos elementos retorcidos que la integran luzcan más trabajados. Que en el fondo estamos ante una historia de superación personal, la del niño que quiere ser más corajudo, que incluso en ese registro ofrece una idea algo anticuada de lo que es el valor y la masculinidad. Insospechadamente ofensiva, sobre los créditos del final un personaje (el tío, que es como una versión libérrima del Capitán Haddock de Tintín) canta una canción, a lo que otro personaje le dice que ofrece una mirada estereotipada de Tailandia. La cereza de un postre con sabor inclasificable.
Primera advertencia: no lleven chicos menores de diez o doce años a verla. Esto es al mismo tiempo una película social oscurísima y una sátira despiadada del mundo en que vivimos. Hay un preadolescente con problemas al que le regalan un muñequito poseído por el espíritu de un ninja que desea vengar el asesinato de otro niño. La cantidad de referencias adultas es enorme y el ritmo a veces más cercano a South Park que a Pixar. Un gran ejercicio -cruel, pero bueno igual.
El pequeño ninja (Ternet Ninja 2, Dinamarca, 2021) no es una película para chicos, no al menos para chicos de jardín o primer grado. Su comienzo es como el de una película de acción, asesinato por encargo incluido. Luego todo el humor será algo subido de tono, al menos para lo que uno está acostumbrado. Si querían saber como era la animación nórdica, pues acá tienen la respuesta: rara, diferente, no para niños pequeños. En esta secuela Alex y Taiko Nakamura se lanzan a una frenética búsqueda del villano Phillip Eppermint. Mientras que él logra evadir una sentencia de prisión en Tailandia, Taiko y Alex se unen nuevamente, para detenerlo. Toda la familia viaja de vacaciones allí, lo que sirve de excusa perfecta para la misión. El ninja está en el cuerpo de un muñeco a cuadros muy bonito, pero poco intimidante. Esto sirve tanto para la comedia como para la acción. Una aventura algo siniestra pero divertida, diferente a la animación que solemos ver.