El payaso del mal

Crítica de Ximena Brennan - A Sala Llena

Puedes correr pero no esconderte.

Si algo podemos decir del gran maestro del cine gore es que siempre se animó a jugar con los miedos. Nadie podría negar que le teme -al menos en la fantasía- a un secuestro y la posterior tortura mientras viaja por el mundo (Hostel, 2005), un poco al canibalismo (The Green Inferno, 2013) y otro poco a contraer un extraño virus que descompone tejidos (Cabin Fever, 2002). Hoy Eli Roth está de vuelta y arremete con una temática -y ya casi un subgénero- que hemos visto bastante en el cine: un payaso malvado que persigue y come niños. Si eso no es una fiel representación de un miedo infantil y de antaño, ¿qué otra cosa puede ser?

Kent McCoy (Andy Powers) es un padre y marido ejemplar. Cuando el animador que contrata para la fiesta de cumpleaños de su hijo cancela su presentación, él decide darle una sorpresa y aparecer disfrazado. No se le ocurre mejor idea que hurgar en un viejo y misterioso cofre, donde parece encontrar el atuendo ideal. Su hijo se queda encantado y su esposa maravillada por tremenda acción. Kent se duerme accidentalmente con el disfraz de payaso puesto y al día siguiente descubre que no puede quitárselo de ninguna manera. Con el correr del tiempo, Kent se sumerge en una maldición de origen nórdico bastante desconocida vinculada al lado oscuro.

Si bien Roth no dirige esta cinta, El Payaso del Mal (Clown, 2014) está plagada de sus marcas de estilo. Quizá con una estética más comercial, más “americana” si se quiere, la película no provoca sobresaltos pero tiene sus buenos momentos. Sin demasiados artilugios, el film viene a darnos un pequeño respiro en este año en el que el buen terror no se hizo presente. Convengamos que Roth también juega muy bien con la tensión pero esta vez se ha volcado más hacia lo sobrenatural. Quizá ésta es la pata que le faltaba experimentar.

Pero démosle crédito también al director Jon Watts, que supo construir un personaje más que interesante con un giro original rindiéndole culto al género, cuyas joyas más emblemáticas son It (1990), Killer Klowns from Outer Space (1988); algunas menos conocidas e incluso olvidadas como Clownhouse (último slasher de la década de los 80 sobre el tema) y Fear of Clowns (2004). Ni hablar del payaso que se mece en la silla en Amusement (2008).

Mérito aparte merece el actor sueco Peter Stormare, quien ayudará a la esposa de Kent a combatir el mal que padece su marido de una forma un tanto drástica. Su rostro -que resulta muy familiar en el cine- encaja a la perfección con este personaje que viene a adicionar un poco de humor a la cuestión. Casi sin gore, poco terror (más bien un toque de suspendo), actores no conocidos en su mayoría y asesinatos fuera de cuadro, El Payaso del Mal podría ser para muchos una buena alternativa del género aunque no le alcance. Rescatemos que vemos al productor en acción y disfrutemos de una historia que va por otros caminos y se distingue del resto. Así puede que se disfrute más.