El pasado

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Simpleza narrativa que invita a develar vericuetos de los comportamientos humanos

Salvo por una excepción la filmografía de Asghar Farhadi (incluida su carrera como guionista) está atravesada por una temática exclusiva: el divorcio o parejas separadas. Esta es la inquietud motivadora que eventualmente lo llevó a ganar el Oscar por “La separación” (2011) en el 2012, acaso su opus más logrado.
Para los desconocedores de su obra podríamos decir que “El pasado” viene a ser como un resumen concreto, no sólo de casi todas las historias contadas anteriormente, sino también de los personajes retratados, sus conflictos, orígenes, limitaciones, etc. Algo así como un “grandes éxitos” porque, de paso, el estreno de esta semana abarca una compilación de las formas que el iraní tiene y usa para hacer cine. Más allá de las virtudes de esta obra se puede arribar a una conclusión válida: es difícil no caer en la repetición.
Para no perder tiempo, la primera escena pinta de cuajo la situación. Nos introduce en el universo ya conocido. Detrás de un vidrio grueso Marie (Berenice Bejo) espera a alguien en un aeropuerto. Llega Ahmad (Ali Mosaffa). Pese a las señas y movimientos ella no logra que éste note su presencia sino a través de otro pasajero. Ambos se acercan. El vidrio los separa. Por eso se ven pero no se escuchan hasta que, claro, se dan cuenta. Toda una declaración de principios sobre la vida en pareja cuando cada integrante sólo se ocupa de mantener su posición. Inevitablemente la comunicación se rompe, se desconecta, se silencia.
Luego de esa maravillosa simpleza para contar, la cosa se irá develando. Marie le pidió a su marido que viaje de Teherán a Paris para firmar los papeles de divorcio. Habiendo “tenido problemas” para reservarle un hotel, Marie pretende instalar a su ex en la casa donde vive con Léa (Jeanne Jestin) y Lucie (Pauline Burlet), sus dos hijas producto de un matrimonio anterior, y con Fouad (Elyes Aguid), el hijo de su actual pareja. El objetivo de semejante idea, pese a la lógica reticencia del recién llegado, es cerrar un capítulo. Mirar hacia adelante y de paso, permitir a sus hijas una despedida más cálida de alguien por quien ellas han desarrollado mucho cariño, en especial Lucie que guarda un par de secretos a ser descubiertos a medida que la narración avanza.
Se siente la tensión cuando en el desayuno aparece Samir (Tahar Rahim), la actual pareja de ella, quien tampoco desea ser parte de ese momento y decide no estar en la casa durante la estadía del futuro ex quien actuará (para el guión) como una suerte de observador de lo cotidiano, mientras se resuelve la parte legal. Así el espectador irá desentramando los intrincados vericuetos del comportamiento humano, cuando lo que debería ser simple, se retuerce, se complica y termina afectando todo el entorno. De lejos, “El pasado” parece un cuadro de situación en el cual vemos la intención del realizador de mostrar la imposibilidad de formar una familia (aún en la disputa constante), cuando los integrantes parecen un rejunte de piezas de distintos rompecabezas.
Apoyado como siempre en los trabajos actorales, el guión no otorga muchas concesiones a personajes movidos (o estancados) por la responsabilidad transformada en culpa, la intención devenida en frustración, y la capacidad devenida en fracaso. Los trabajos de todo el elenco (estupenda Berenice Bejo), .o que se debe a una gran dirección de los intérpretes, transmiten en dosis justas todos los estados emocionales que hacen rebotar al espectador de un razonamiento a otro para lograr entender la posición de cada personaje sin caer en el juzgamiento.
Como si su cosmovisión del mundo de los matrimonios superara fronteras (culturales, idiomáticas, religiosas), el realizador emplaza su relato en París pero nunca la ciudad será determinante. Podría ocurrir en Toronto o en Santiago de Chile, ya que los personajes se mueven y desarrollan en general en planos cortos dentro de cuatro paredes o exteriores despojados de una intención paisajista. Como si quisiera restarle importancia a la geografía en la cual los seres humanos en pareja se mueven (cada pareja es un mundo).
“El pasado” busca mostrar eso: el camino recorrido por cada criatura para llegar al sólido e ineludible presente, y acaso reconocerse en ese camino como para tener chances de (re)construirlo hacia el futuro. Que Asghar Farhadi se repita en fórmula o temática será relevante sólo para los que hayan visto todo lo que hizo, por lo demás estamos frente a una gran película.