El pasado

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Intrincada, con inteligencia y rigor

Tras ganar un Oscar a la mejor película extranjera, el director iraní Asghar Farhadi convocó a la argentina Bérénice Bejo (El artista), que por este trabajo ganó el año pasado el premio a la mejor actriz en Cannes.

Cuatro años es un tiempo considerable para que pasen cosas, para que todo cambie o se profundicen ciertas situaciones. Eso es lo que va a averiguar Ahmad (Ali Mosaffa), que llega a París desde Teherán para firmar el divorcio con Marie (Bérénice Bejo), que se supone que recompuso su vida y está en pareja con Samir (Tahar Rahim), un joven dueño de una tintorería cuya esposa se encuentra en estado vegetativo.
Marie funciona en el relato como el centro nervioso de una serie de relaciones afectivas en permanente tensión por acciones, decisiones equivocadas, secretos, deseos y malos entendidos. En ese contexto convulsionado se desenvuelven los personajes, primero los dos hombres: Ahmad que trata de desentrañar el mapa emocional de Marie –que para complejizar aún más el panorama está embarazada–, un territorio que comprende a Samir, pero que también y necesariamente incluye a su pequeño hijo Fouad y por supuesto las dos hijas que la protagonista tuvo con diferentes hombres. Adultos, niños y adolescentes en vilo, entonces, ante la nueva aventura afectiva de Marie, que parece recordarle sus fracasos y señalarle el destino que tendrá su nueva relación.
Al igual que su compatriota Abbas Kiarostami, que después de una larga y exitosa carrera filmó en Italia Copia certificada, luego de ganar el Oscar a la mejor película extranjera por La separación el iraní Asghar Farhadi filmó en Francia esta intrincada historia con Bejo,la argentina que fue protagonista de El artista y que con este trabajó ganó el premio a la mejor actriz el año pasado en Cannes.
Es una película intrincada y compleja, que muchas a veces coquetea con el melodrama más cercano a las telenovelas que al cine, con sorpresivas revelaciones de último momento pero que con inteligencia y rigor, esquiva la trampa de la simplificación para tratar de entender la complejidad de las relaciones humanas en la búsqueda desesperada por encontrar algún equilibrio, arañar algo semejante a la felicidad.