El pasado

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

El amor, el pasado y las dudas

Asghar Farhadi es el mismo director de esa obra maestra que se llama “La separación”. Y aquí, en su primera incursión en Francia, construye otro filme riguroso, sentido, dolorido, una profunda reflexión sobre los afectos, la incomunicación, la difícil vida hogareña, los secretos y el peso del pasado. Y sobre la verdad, tan decisiva y tan inalcanzable. Después de cuatro años, Ahmad vuelve a Francia para firmar su divorcio. Y encuentra que Marie, su ex, tiene pareja y está embarazada y que una hija de ella no soporta la nueva pareja de la madre. Y desde allí se empieza desplegar la historia. El pasado irrumpe a cada paso y zamarrea a sus personajes. Todos interfieren en la vida de todos. Son seres preocupados en medio de un dramático rompecabezas que crece y se bifurca a medida que surgen los secretos. Un melodrama espeso, duro que recién trastabilla en ese final incierto que sólo pretende sumar nuevos interrogantes esta historia llena de preguntas. Pero da gusto ver a estos seres luchar contra ellos mismos, contra sus dudas y sus interrogantes y poder valorar la intensidad de las actuaciones (gran labor de Bérénice Bejo ) y el peso de las palabras. Todos chocan entre sí en ese laberinto de emociones que sólo hace una pausa para darle lugar a una cotidianeidad que agrega nuevos significados: chicos desobedientes, cañerías tapadas, pinturas que borran manchas del pasado. Cada uno tiene sus razones. Y todos dudan. En esas idas y vueltas el filme demuestra que la vida se va haciendo de pequeñas revelaciones y de secretos, que el amor plantea incesantes dudas y que en ese clima de recriminaciones, ocultamientos y desvelos, la verdad pasa de uno a otro sin anclarse en nadie, ajena al devenir de estos seres, tan tironeados por un ayer confuso, tan buenos y tan desdichados. Se abre con una imagen anticipatoria: ella, Marie está esperando a su ex, Ahmad, en el aeropuerto; le golpea el cristal, pero él no la ve ni la escucha. Y después habrá otra escena de parecido valor alegórico: la valija del recién llegado aparecerá rota y por allí asomarán el pasado, los secretos y también la necesidad de sustituir la valija. De eso se habla este valioso filme: de lo que no se tiene y de lo que se rompe, de los afectos duraderos y de los que hay que sustituir, de proyectos confusos y de pasados rotos.