El pasado que nos une

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Hay que empezar diciendo que esta película ("After the wedding") es una reescritura de un clásico de Suzanne Bier, (candidata al Oscar a mejor película extranjera en 2006 por Dinamarca y protagonizada por la estrella global Mads Mikkelsen ) realizado por el esposo de Julianne Moore, Bart Freundlich. El tándem creativo "familiar" modificó algunas cosas (el rol masculino central es cambiado por el femenino de Michelle Williams) pero mantuvo bastante la esencia de la original en los giros y estilo de trama.
Le dio, claro, un aire más citadino, con más rascacielos, hoteles y salones de lujo, estableciendo un estilo más bien frío, impersonal en los ambientes. En ese encuadre, el juego es el mismo que en la historia original y lo primero que hay que decir, es que sabemos que pase lo que pase, la historia tiene que estar bien actuada, a Moore, le sumamos Michelle Williams y Billy Crudup para establecer la tríada dramática central.
Para quienes no conocen de que va "After the wedding", podríamos definirla como un drama familiar intenso, lleno de marchas y contramarchas que impiden que el espectador se sienta cómodo y lo instalan en un lugar expectante todo el tiempo, esperando nuevas revelaciones que terminen por definir el sentido de las acciones.
La trama presenta a una joven (bueno, no tanto) llamada Isabel que trabaja en India, con niños en situación de carencia extrema. Le llega el pedido de una posible filántropa, para viajar a USA y definir los alcances de una donación que podría ser muy beneficiosa para los chicos.
En ese contexto, y sin demasiadas ganas de viajar, pero anticipando que ese viaje es muy importante, Isabel (Williams) llega a Nueva York. Allí, conocerá a Theresa (Moore), quien rápidamente le dirá que no hay nada cerrado y que está aún evaluando el proyecto. Pero en la espera de su decisión, la invita cordialmente a una boda familiar y le deja la promesa de seguir pensando el desembolso.
Isabel entonces no tiene más alternativa que seguir el juego de la empresaria, y pronto se ve en una ceremonia de casamiento de la alta sociedad, donde dará con una ex pareja suya, Oscar (Crudup), con quien parecen haber quedado cuentas sin saldar...
Como el guión tiene varias sorpresas, no podemos anticipar demasiado. Sí decirles, que el film intenta una construcción de atmósfera basada en el agregado de información discrecional a cada paso del camino. Y todo ese proceso de incorporación de material, que impulsa cambios y emociones en los protagonistas, desconcierta al espectador porque sucede de forma intempestiva pero además, sostenida.
Va en gustos, quizás eso sea interesante para cierto tipo de espectador, pero puede no serlo para otro. La cuestión familiar que los une (ya verán porqué), hace que las conversaciones entre el trío protagónico sean crudas y movilizantes, pero generan extrañamente poco movimiento físico y actitudinal. Parece cine europeo (por el escaso movimiento que se da, y el alto nivel de reflexión personal) pero no lo es. O parece desfazado.
Se habla de cuestiones muy sensibles para todos: los afectos primarios, los hijos, la responsabilidad por ellos, el compromiso por los que menos tienen, la herencia... pero con cierto racionalismo que parece hasta... impostado? Si nos queda claro que el perfil que Freundlich quiere darle a su adaptación es acercar la potencia del guión original a un estilo cuasi teatral donde el carisma y la actualidad de los protagonistas impulsen la historia.
Curiosamente, el efecto no se logra en su totalidad. Ya sabemos que Williams es una actriz tremenda, y aquí, la tenemos contenida y con poco desarrollo de personaje, a pesar de que es una intensa historia de tres. Crudup acompaña y muestra su porte de galán maduro y Moore explora el límite entre la intolerancia y el dolor, con armas que ya le conocemos de sobra. Pero química, no hay.
La película además tiene esta cuestión extraña de posicionarse sutilmente dentro de la clase alta, lo cual le da más distancia con el público en nuestro contexto actual. Es lejana, y la historia, intrincadísima. La versión danesa es más colorida y cercana, con lo cual volvemos a abrir debates sobre la conveniencia de hacer remakes de pelis que sinceramente a los americanos no les interesa ni siquiera, en su idioma original...
Siento, en definitiva, que esta versión de "After the wedding", no supera ni se acerca al nivel de la original. Es un producto más gélido, que no fluye de forma natural y su aporte final intenta una reflexión moral abierta, pero no se condice con el camino recorrido.
Es cierto que aquí hay actores y un guión de lujo que alguna vez funcionó pero... con eso alcanza para traspolar y generar interés? No siempre. Hollywood intenta hacer digerible algunos temas que le parecen globales pero que indudablemente, le sientan mejor a ciertas geografías cinematográficas que a otras...