El panelista

Crítica de María Bertoni - Espectadores

A priori cine y ceguera remiten a realidades incompatibles, y sin embargo se han cruzado en más de una ocasión. Por ejemplo, cuando Vittorio Gassman en 1974 y Al Pacino en 1992 interpretaron al militar con bastón blanco que Giovanni Arpino imaginó para su novela Il buio e il miele, cuando Fernando Meirelles adaptó este ensayo de José Saramago, cuando Danny Pang y Oxide Chun Pang sacudieron el género de terror de la mano de una joven que recupera la vista gracias a un transplante de córneas, cuando Lars von Trier le encargó a Björk el rol protagónico de Bailarina en la oscuridad, cuando Vatche Boulghourjian recurrió a un cantante realmente ciego para contar que el Líbano también está marcado por la apropiación sistemática de menores y por cierta complicidad cívico-militar a la hora de ocultarles su historia.

La enumeración de estas seis ficciones reconocidas en el mundo no consigue opacar uno de los momentos más emotivos del documental argentino El panelista. Una colega del protagonista cuenta que vio Titanic antes y después del accidente automovilístico donde quedó ciega; luego revela que el drama de James Cameron la conmovió más la segunda vez, en formato audiodescriptivo.

Como sus entrevistados, Juan Manuel Repetto parece tener una capacidad especial para detectar, en su caso, declaraciones y momentos únicos. Lo hace mientras sigue de cerca a Carlos Bianchi –sin relación con el ex director técnico de fútbol– y de paso filma a los demás integrantes invidentes del Laboratorio de Análisis Sensorial que funciona desde 2007 en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial.

A contramano del cine que convierte a la persona ciega en arquetipo de superación individual e imbatible, El panelista retrata a Carlos en días luminosos, grises, y ante una situación profundamente desestabilizadora. Por otra parte, el film sugiere la relación entre cierto bienestar personal y el rol estatal en materia de inclusión social.

En algunos espectadores, las secuencias filmadas en el INTI evocan el recuerdo del desguace que la Alianza Cambiemos llevó adelante en el transcurso de 2018. Aquéllas tomadas en el Román Rosell nos trasladan a mediados de 2017, cuando el anuncio gubernamental de recortar las pensiones por discapacidad fue repudiado con una marcha de la que participaron, entre otros ciudadanos, alumnos del instituto montado en tiempos del primer gobierno de Juan Domingo Perón.

En este punto corresponde aclarar que El panelista es la versión extendida y actualizada del mediometraje Los cuatro sentidos, que el mismo Repetto filmó en 2015 y presentó un año después. Quizás no hubo tiempo suficiente para incluir en el largometraje una referencia a los episodios mencionados en el párrafo anterior.

Aunque privilegia la rutina laboral en el INTI, el realizador también filma a Bianchi en la casa donde vive con su compañera Carla e hijos, cuando se junta con sus amigos a practicar goalball, cuando acondiciona la bicicleta doble tandem que pedalea con su vástago mayor. De esta manera, pinta una semblanza completa del protagonista.

Cuando se detiene en los demás panelistas, Repetto ofrece un apéndice tanto o tal vez más interesante que el retrato individual. Por lo pronto, el inminente estreno de la película –en el cine Gaumont y con función inclusiva– inspiró la producción de éste, éste, éste y otros informes periodísticos sobre el Laboratorio de Análisis Sensorial.