El pájaro loco

Crítica de Juan Samaja - CineFreaks

amistad y ecología

Lance Walter, exitoso abogado de una multinacional, ha sido despedido de su empresa por hacer comentarios políticamente incorrectos en una rueda de prensa sobre el derecho de los animales. Frente a esta contingencia, Lance decide irse, con su novia y un hijo adolescente con el cual está distanciado desde su divorcio, a un pequeño pueblo en las afueras. En ese lugar, su abuelo le ha heredado unas tierras cercanas al lago, en donde Lance pretende producir una empresa inmobiliaria, pese a que afectará los alrededores y los parques aledaños.

Sin embargo, todo el proyecto se verá obstaculizado por la presencia de un territorial pájaro carpintero de cresta roja, que se creía extinto hace 100 años. Lance pretende enfrentarlo y deshacerse de él pero luego comprenderá que debe convivir pacíficamente con él. Durante ese proceso, Lance y su hijo consiguen hacer las paces.

Basada en el popular personaje de Walter Lantz de los años ´40, conocido en Argentina como “El Pájaro Carpintero” o “Pájaro Loco”. Se trata del primer largometraje dedicado a este personaje alocado, inspirado en la serie de caracteres screwball de fines del ´30 que había creado Tex Avery (Pato Lucas, especialmente).

Dada la popularidad del personaje es extraño que no hubiese hasta hoy un largometraje dedicado exclusivamente a él (Hizo una aparición esporádica en el film ¿Quién engañó a Roger Rabbit?). Lamentablemente, la película no llega cumplir con los niveles mínimos de calidad que se esperaría de un gran estudio, como la Universal. Llena de lugares comunes, y sin poder replicar con dignidad el tipo de humor del dibujo animado, el relato naufraga rápidamente.

El film tiene tres problemas estructurales de peso: 1) una ambivalencia genérica no resuelta satisfactoriamente; 2) ausencia de fuerzas significativas que puedan explicar los giros narrativos en los personajes principales; 3) presencia de personajes y situaciones parásitas que desempeñan en el relato ningún tipo de función.

Ambigüedad genérica
El relato se nos presenta, en su primera expresión, con una premisa eminentemente cómica: familia sin contacto con la naturaleza pasa a convivir en el bosque con un pájaro carpintero alocado que hará las mil y una para evitar que construyan la casa en su territorio. Sin embargo, esta línea cómica queda truncada por la salida del único personaje que estaba diseñado para desempeñar alguna función adecuada en esa tesitura, a saber, la novia de Lance. La huida de este personaje deja al film en banda en términos de la comicidad, ya que en el resto del film ningún personaje llega a dar el tono adecuado para constituirse en el Elmer Food de este Bugs Bunny alado. Los cazadores furtivos de la primera escena en el bosque, que podrían haber jugado esta línea, no vuelven a aparecer sino hasta la segunda mitad de la película, con lo cual el relato queda seriamente huérfano de ese tipo de personajes que resultan el blanco fundamental de las bromas pesadas de estos alocados caracteres.

Esto lleva al film a jugar otra premisa, la de la aventura, donde la confrontación ya no será entre el carpintero y la familia sino entre la familia y el carpintero vs. los cazadores que quieren cazar a Woody para venderlo en el mercado negro de animales exóticos. Sin embargo, esta premisa no se halla libre de defectos en su construcción; el motor dramático principal (la cacería y el rescate de Woody) es excesivamente endeble para sostener todo el relato, y a esto debe sumarse una caracterización excesivamente empobrecida y poco feliz de los cazadores, cuyo acartonamiento no despiertan sentimientos hilarantes, ni peligrosidad suficiente. La comicidad podría haber desempeñado aquí una función significativa si se le hubiese dado a Woody un protagonismo más acentuado y dotado de una mejor construcción psicológica a los cazadores (podría, por ejemplo, haberse diseñado el tipo de confrontación cómica que se daba entre Macaulay Culkin y los geniales Joe Pesci y Daniel Stern, en Mi pobre angelito). No obstante, esa oportunidad se desvanece al dejar toda la responsabilidad de la resolución al personaje del padre, que es cualquier cosa, menos cómico.

En síntesis, ni buena comedia, ni buena aventura, ni una integración satisfactoria de dos premisas genéricas complementarias.

Motivaciones y peripecias en los personajes
Tanto el padre como el hijo adolescente protagonizan cambios significativos en sus caracteres para los cuales el relato no ha proporcionado motivos suficientes y verosímiles. Aunque este problema se aplica también al muchacho, me concentraré en el padre, por ser éste un elemento más determinante, debido a su peso narrativo en el contexto del relato.

Lance se presenta como un personaje con dos frentes a resolver: reconstruir su relación con un hijo adolescente en apariencia ensimismado y poco gentil; y convivir con el alocado pájaro carpintero. Bien visto, ambos problemas pueden considerarse dentro de un único problema, en el sentido en que la resolución de uno lleva a la resolución del otro, y porque en el fondo el carpintero representa la necesidad de Lance de conectar con las necesidades de otro, y de hecho su primer impulso -deshacerse del ave- es presentado en el relato como un síntoma característica de su personalidad: lo que Lance no puede resolver, lo abandona y lo aleja de él. Por la potencia de la premisa, tiene todas las posibilidades de ser considerada el motor mismo del conflicto narrativo. Pues bien, este giro de 180° grados que da el personaje resulta inexplicable y gratuito, pues ningún acontecimiento significativo puede asociarse para justificarlo. Una noche sola durmiendo en el pasto, y un comentario superficial sobre lo difícil de la vida han sido considerados material suficiente para que Lance pase de ser ese abogado engreído, ególatra, cuya preocupación no trasciende su propio interés, a constituirse en un padre amoroso, expresivo, que es capaz de emocionarse con las habilidades musicales del hijo, así como de decidir que coexistirá pacíficamente con el carpintero.

Personajes y situacions afuncionales
Toda la situación de la banda musical, incluyendo la introducción de la muchacha que lo invita a participar, y su compañero baterista, así como el concierto mismo en el que el muchacho toca, no tienen más función en el relato que servir de débil excusa para que el hijo tenga ocasión de exhibir su talento musical frente al padre. La conciliación hubiese resultado tanto más efectiva de acotarse a una supervivencia en el bosque.

Al no tener todo este evento, y sus agentes, otra justificación, resultan personajes desaprovechados, gratuitos y que nada aportan a una película que ya ha perdido hace rato el sentido de lo principal y lo secundario en términos narrativos.

Igual consideración cabe hacer del personaje de la guardabosque. Esta mujer no desempeña ni una función romántica de sustitución (al haberse fugado la novia del padre, bien podría haberse restituido la trama romántica); ni alguna otra función que justifique su presencia, a pesar de “estar” en el momento del desenlace, a cuya resolución no aporta, ni entorpece, ni nada.

En síntesis, una producción pobre en recursos narrativos y torpe en la composición de los elementos. De ninguna creatividad en el manejo de gags, ni mucho menos en el ritmo de la comicidad que caracteriza al dibujo animado del gran Walter.