El país de las últimas cosas

Crítica de Martín Goniondzki - Cinéfilo Serial

Alejandro Chomski vuelve a la dirección después de 4 años, para llevar a la pantalla grande una novela de Paul Auster.

El nuevo trabajo del director de «Maldito Seas Waterfall» (2016) presenta esta adaptación de la novela distopía de Paul Auster («La Trilogía de New York»), publicada en 1987, tratando de representar una realidad que viendo el panorama sociopolítico global cada vez parece alejarse más de la ficción y acercarse más a nuestra realidad. Chomski tuvo la oportunidad de realizar la película con la atenta mirada de Auster e incluso ambos trabajaron juntos en el guion del film.

El largometraje se sitúa en un país imaginario y sigue a Anna (Jazmín Diz), una joven que viaja para encontrar a su hermano desaparecido. Ella intenta adaptarse al caos reinante en este desolado territorio donde las personas forman facciones y luchan por su supervivencia. En el transcurso de la búsqueda, conocerá a Sam (Christopher Von Uckermann), un periodista extranjero que busca salvar la mayor cantidad de información de la cultura del lugar. Estas dos personas comenzarán una improbable relación que empieza como algo superficial para convertirse en la prueba de que el amor surge de forma inesperada aún en las circunstancias más adversas.

Filmada casi íntegramente en blanco y negro (las secuencias oníricas están en color, un recurso atractivo y fundamental para los temas que toca el film), la película resulta un relato elocuente de las miserias humanas, pero también de la empatía y la solidaridad. Un relato que se beneficia de la solvencia narrativa de Chomski y que sabe aprovechar los elementos enriquecedores de la novela. Se nota un que hay un gran trabajo en el guion y en cómo fue adaptado el relato original.

Pese a algún que otro desajuste en el desarrollo de ciertas subtramas, «El País de las Últimas Cosas» es un film potente, que se beneficia de una visión clara de su director, un guion sólido y unas decisiones artísticas bastante acertadas (la fotografía, por ejemplo). Con algunos puntos altos en lo interpretativo, especialmente en el personaje de María de Medeiros, el film de Alejandro Chomski viene a plantear un par de interesantes reflexiones sobre la frágil condición humana, algo de lo cual fuimos viendo un poco en el marco pandémico de 2020.