El padre de mis hijos

Crítica de Elena Castelli - El rincón del cinéfilo

Sensibilidad y fuerza dramática en una obra mesurada y profunda

Esta es la tercera realización de la guionista y directora francesa Mia Hausen Love (29 años, “Après nûre rêfexion” -2003-, “Tout est pardonné” -2007-), primera estrenada comercialmente en el país, a quien considero como uno de los talentos de la nueva generación de la cinematografía gala.

Gregoire (Louis Dode Lencquesaing) tiene todo, una bellísima mujer y tres hijas adorables. Dedicado a la producción cinematográfica independiente transita su carrera afrontando los avatares de quien, en cualquier latitud, se aventura en encarar obras de auténticos valores artísticos. Hiperactivo, trata de resolver encarar y los problemas que provocan directores y personal de los filmes que encara, transcurriendo sus vivencias con intensidad la entre familia y el trabajo disfrutándola plenamente.

Con su personalidad y carisma parece que nada afectará su felicidad, pero su empresa Moon Films atraviesa serios problemas económicos, aunque estima que dispone de una última carta: pedir un préstamo a sus hermanos, empresarios de los cuales esta alejado hace mucho tiempo, cuyo resultado resulta negativo. Este quiebre financiero lo lleva a al suicidio. Atrás queda su familia, sus deudas, una producción inconclusa y otras en proyecto, además de un catálogo artísticamente importante del cual nunca quiso despenderse. Sylvia, su viuda, intenta seguir adelante como él lo deseaba, se hace cargo de la empresa pensando que logrará reactivarla, pero deberá someterse ante la cruda realidad, debiendo aceptarla y encarar lo porvenir.

A través de la narración queda abierta al espectador definir si la decisión trágica de Gregoire respondió a un acto planificado o, como piensa Sylvia, un momento desesperación, de locura.

Un guión inteligente y sin fisuras impulsa una progresión dramática muy medida que en su primera parte plantea los conflictos con apropiada cadencia narrativa, para luego, a propósito del suicidio, producir una abrupta inflexión que agudiza las acciones hacia la culminación de la historia.

Mia Hansen-Love como realizadora denota sensibilidad, pero sin caer nunca en la sensiblería, y habilidad para generar y sostener latente la atmósfera requerida por la trama, desarrollada con delicadeza, inyectándole una dosis mordacidad y sutiles toque de humor. Técnicamente prolija desde la concepción de los encuadres hasta la compaginación del material registrado. Otro de los méritos de Mia es la muy ajustada dirección de un excelente plantel interpretativo, que tuvo una guía firme en el tratamiento de los diálogos de palabras, de miradas y de silencios.