El otro Maradona

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

El dolor de ya no ser

La exhibición de cine nacional alcanza uno de sus puntos más conflictivos este jueves 24/4, con el estreno de ¡siete! películas. Mal lanzadas en pocas salas -eso en el mejor de los casos, ya que muchas de ellas irán sólo al Gaumont- y casi sin difusión, la mayoría de ellas nacerá condenada al olvido y a la invisibilidad. Olvido e invisibilidad que, en caso de cumplirse con El otro Maradona, sería injustificado.

Dirigido por Ezequiel Luka y Gabriel Amiel, el film es una aproximación sentida, respetuosa pero nunca condescendiente ni paternalista, a la figura de Goyo Carrizo, amigo y compañero de Maradona durante la época de los Cebollitas al que muchos catalogaban como un jugador tanto o más talentoso que el mismísimo Diego. Pero el destino le jugó una mala pasada y una lesión le truncó una carrera de proyección internacional, convirtiéndose entonces en uno de los mejores cazatalentos del país.

El otro Maradona sigue a Goyo durante varias jornadas de su trabajo, mostrándolo en su cotidianeidad y tomándose el tiempo necesario para que se exprese, dejando entrever así que su corazón palpita al ritmo de la redonda, viviendo para y por el fútbol, con el recuerdo latente de su pasado frustrado, pero con el piadoso consuelo de recorrer los potreros del país en búsqueda de aquel jugador distinto. Pero el film no sólo es un retrato personal, sino que adquiere un gramaje aún mayor cuando aprehende la pulsión futbolera del país, encarnando en su protagonista una figura representativa de todos aquellos deportistas que en algún momento amenazaron con ser, pero que una realidad adversa los empujó a no serlo.