El otro lado del éxito

Crítica de Agustina Tajtelbaum - Toma 5

"Al final de la actuación"

El director Olivier Assayas ya es un rostro conocido en el Festival de Cannes, y especialmente en su Selección Oficial. En esta oportunidad, vuelve con un drama protagonizado por Juliette Binoche con dos contrapartidas bien diferentes una de otra: Kristen Stewart y Chloë Grace Moretz. Tres mujeres protagonizan “El otro lado del éxito”, un guión dotado de meta lenguaje al que nos será un poco difícil ingresar. Pero una vez hecho el esfuerzo, encontramos una joya sin descubrir.
Esta película se trata de la actriz María Enders (Juliette Binoche), una artista que supo ser muy exitosa en tiempo pasado y ahora aunque respetada, todos saben que no es lo que era. Acepta un papel en el reestreno de la obra que la hizo famosa, pero ahora le toca el papel de la antagonista. La lógica del guión muestra la obra dentro de otra obra, mientras los personajes del texto teatral reflejan los diferentes momentos de cada personaje. En la obra Sigrid era la dominante, joven y exitosa; mientras Helena representa todo lo que María odia: la vejez, el fracaso, el reemplazo.
Ahora que María es Helena, encuentra su Sigrid en su asistente Valentine (Kristen Stewart), cuyo cast fue meticulosamente pensado. La ex protagonista de Crepúsculo representa el nuevo cine que María desprecia, vampiros, superhéroes y CGI; un personaje además inexpresivo hasta lo incómodo. Pero su papel se verá relegado cuando María conozca a su verdadera Sigrid, la joven actriz Jo-Ann Ellis (Chloë Grace Moretz), que compartirá el protagonismo con ella en la obra. María, a pesar de sus ensayos, no logra conectarse con su personaje de Helena. Y claro, es más fácil identificarse con el éxito que con el fracaso, mientras ella ve en el personaje su propia decadencia.
Esta película forma parte de una triada que apareció en la pasada temporada de premios y se llevó las mejores miradas. No es la primera vez que un actor vea su propia decadencia en un personaje, como ha ocurrido en “Birdman“, la gran ganadora del Oscar. Y por el otro lado está Cronenberg con su “Polvo de Estrellas”, quien presentó también el año pasado en Cannes su retrato del lado oscuro de Hollywood. En todos estos casos vemos una obra dentro de otra, con obvias referencias a la realidad, en un guión que funciona a niveles múltiples.
Merece mención aparte la dirección de fotografía de las escenas en exteriores. Mientras María Enders se interna para ensayar en Sils María, un pueblo de Suiza donde fue escrita la famosa obra, podemos apreciar todo el esplendor de los Alpes. Esto incluye un fenómeno climático que da nombre a la obra, las nubes que forman la “serpiente de Maloja”. Imágenes dignas de documental, que ilustran el ánimo de los personajes y los puntos álgidos del guión a través del clima.
Sin embargo, lo mejor de la película son las escenas en las que María ensaya. Una Juliette Binoche superior interpreta a una actriz que interpreta otro personaje. Es notorio como puede salir de un personaje y de otro con total facilidad, y con una salvedad: María Enders es una pésima actriz. Un desafío interpretativo para Binoche que cumple a la perfección. La actuación chata y carente de expresividad de Stewart la hace destacar, igual que en la obra la mala interpretación de Helena había destacado a Sigrid.
Una película que también es un desafío interpretativo para el espectador, cuya referencialidad llega a altos niveles de abstracción. Pretende ser una fortaleza, pero probablemente es una debilidad al tratarse de un guión difícil de entender del todo. Pero ojo, en una segunda visión entenderemos más, e incluso más cada vez que la veamos. Allí radica el interés del guión, que no se agota rápidamente. Pero seguramente acabará siendo una obra para un público selecto.

Agustina Tajtelbaum