El otro hijo

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

La piel que habito

Bien actuada y bien pensante, esta coproducción franco-belga-israelí sacó todos los números a ganador. Joseph Silberg hace estudios clínicos para entrar al ejército de Israel y cuando Orith, su madre (la encantadora Emmanuelle Devos), recibe los resultados, descubre que el hijo tiene un grupo de sangre distinto al de ella y su marido, Alon. Hay sospechas de adulterio, pero es fácil intuir (no sólo por el título) que el tema pasa por otro lado. Joseph es hijo de otros padres, palestinos, para amargura de Alon, un militar israelí. La confusión se generó en una maternidad de Haifa, durante la Guerra del Golfo. Ahora, Orith busca a Yacine, su hijo biológico; Leila Al-Bezaaz busca a Joseph. Y mientras los dos padres, así como el entorno, resienten la situación, Yacine y Joseph se encuentran para descubrir cuánto tienen en común, habiendo vivido cada uno en la piel del otro. Si se hace la vista gorda al planteo, inverosímil, El otro hijo abre un amplio debate sobre la identidad y entrega un mensaje utópico de entendimiento universal. Lamentablemente, sólo pasa en las películas.