El origen de los guardianes

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Una melosa propuesta para los chicos… Para los muy, muy, chicos.

Dreamworks es un estudio relativamente joven que se hizo cargo de algunos títulos excelentes tales como Belleza Americana, Gladiador o Una Mente Brillante. Pero no hay que olvidar que uno de los dueños de este estudio (junto a Steven Spielberg y el pope de la música David Geffen) es Jeffrey Katzenberg que en una época estuvo al frente de Disney. De su mano vinieron las dos primeras producciones animadas del sello de la lunita, Antz y El Príncipe de Egipto, ambas con un despliegue visual impresionante y un reparto de voces a la altura de la mejor producción del ratoncito. Durante muchos años pareció que la trayectoria le gano a la calidad, y fue ahí donde Dreamworks se dio cuenta que si le tenían que ganar a Disney, debían hacerlo con algo original. Dicho adjetivo es un arma de doble filo para el cine de animación, ya que si bien el cielo es el límite, el fin de ese cielo es la calificación de Apta Para Todo Público.

Entonces Dreamworks se saca de la galera ese clásico y gran parodia a la melosidad de los cuentos de hadas llamada Shrek que arrasa con todo y cuando la Academia de Hollywood decidió incorporar la categoría de Mejor Película Animada, el ogro del pantano hace historia al ser el primero en llevarse a casa el galardón; de momento, el único (Wallace & Gromit no cuenta; es de Aardman). A partir de ahí, la rama de animación se empezó a ir al muere, y lenta pero seguramente involucionaron hasta convertirse en todo aquello a lo que criticaban con Shrek, siendo el título que nos compete el golpe de gracia.

¿Cómo está en el papel?

Es un guión básico: El Cuco ha llegado para armar estragos en los sueños de los niños y sembrar el miedo. Para detenerlo, los guardianes, un grupo compuesto por diversas figuras del folclore festivo (Papá Noel, El Conejo de Pascua y El Hada de los Dientes –aunque nuestro equivalente latino, El Ratón Pérez hace una aparición–) reclutan la ayuda de Jack Frost, un niño que trae la magia del invierno a los más pequeños, pero que no siente que puede lidiar con semejante responsabilidad.

A partir de aquí se produce un compendio de todos los lugares comunes que se puedan imaginar: Rencillas internas entre los protagonistas, los nenes dejan de creer y los personajes pierden sus poderes, el malo es un reverendo desalmado. Adivine, lector, adivine, lo que primero le venga a la mente; seguro le atina.

Si hay algo por lo que se distinguió la animación moderna, es en generar guiones profundos, ya que los realizadores de hoy son conscientes que los nenes no van solos al cine. Este guión aunque bien estructurado, no profundiza, no pasa de unos cuantos chistecitos o situaciones graciosas, y hablan más de la luna que en el programa más meloso de Cris Morena.

¿Cómo está en la pantalla?

La animación es decente, el 3D no tanto. El diseño visual, escenografía y fotografía están relativamente bien. No hay mucho más que contar. Un prospecto interesante seria ver la versión original con las voces de Chris Pine, Jude Law, Alec Baldwin y Hugh Jackman. Pero nada de lo arriba mencionado, ni siquiera la música, sirve para tapar las falencias de su guión.

Conclusión

Una película más del montón que los pequeñuelos seguramente disfrutaran el tiempo que este dure en cartelera. Eso sí, quien los acompañe, pídanles por favor a sus chicos que lo despierten cuando termine la película, porque este título es la prueba cabal de que por algo nos contaban los cuentos de hadas antes de irnos a dormir.