El origen de los guardianes

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Extraña apuesta la de Dreamworks en esta parte del año. Estamos saliendo de Halloween (más para ellos que para nosotros) con tres productos para chicos que tuvieron buena suerte en la taquilla: “Frankenweenie”, “Paranormal” y “Hotel Transilvana”, de esta última ya se anunció una secuela para 2015.

Sin embargo estamos comercialmente lejos de la navidad, considerando que la supervivencia exclusiva en cartelera para cualquier película no supera las tres semanas. Luego se puede ver todo on line , o conseguirlo en la boca del subte.

Resulta más extraño todavía porque “El origen de los guardianes” tiene enormes puntos a favor, aún persiguiendo el estigma creativo de “Shrek” (2001). A partir de aquella genialidad cada estudio, tanto de animación como de ficción en carne y hueso, ha intentado mezclar personajes universales de todas las épocas. Ejemplos de suertes dispares serían “Van Helsing” (2004) o la anteriormente mencionada “Hotel Transilvana” (2012). Esto no tiene nada de malo si se lo sabe combinar detrás de una buena idea. “El origen de los guardianes”, basada en cuentos de William Joyce, lo hace muy bien. ¿La clave? Dos o tres personajes que conocemos todos, aggiornados de forma arbitraria pero conveniente para darle fuerza a la esencia de sus características.

Bajo la premisa "hay que proteger a los chicos", la Luna (no habla ni nada, pero es un personaje más) elige a Jack Frost (para la mitología anglosajona europea es una suerte de Elfo solitario, con pocas pulgas y creador de la escarcha y la nieve en invierno) como nuevo miembro de la liga de los guardianes integrada por Papá Noel, el conejo de pascuas, Sandman, el mudo amo de los sueños, el Hada de los dientes -acá sería el Ratón Pérez- y otros más. Todo para combatir a Pitch Black, el villano que convierte todo en pesadillas.

Mas allá de las diferencias culturales todo se entiende en pocos minutos, o sea que no hay preguntas flotando mientras transcurren los hechos.

Lo cierto es que, ya sea con varios pasajes de comedia "clownesca" a-la-Chaplin (o a-la-Pepe Biondi, como prefiera) por parte de los duendes resignados de Papá Noel o de diálogos ingeniosos, “El origen de los Guardianes” se las arregla para instalar cómodamente una historia entretenida con una enorme dosis del buen cine de aventuras de antaño, sin dejar de respetar los códigos de lenguaje para chicos de ésta época. El doblaje en español es notable aunque el elenco en inglés es multiestelar (Alec Baldwin, Jude Law, Chris Pine y Hugh Jackman, entre otros)

Es este sentido Dreamworks ha logrado algo que parecía muy difícil: Salirse de la Shrek-dependencia en términos de originalidad, para acercarse bastante a la inventiva de Pixar. Con un aditamento impensado hasta ahora: la estética.

Peter Ramsey debuta como director pero tiene amplia experiencia como artista de storyboard en obras como “Hombres de Negro” (1997), “Inteligencia Artificial” (2001) y “Ladrón de Orquídeas” (2002). En esta disparidad de obras se explica una dirección de arte inusual para el cine de animación. Es como si estuviéramos ante una película de Pixar dirigida industrialmente por Tim Burton (si esto fuera posible). Para el caso hay una variante de la utilización del 3D. Puede verse en formato tradicional, pero algo de la profundidad de campo (sobre todo en las acciones que ocurren de noche en "exteriores") se distingue del resto de lo que hemos visto antes.

Ahondar en el resto de la trama sería quitar sorpresa. En todo caso valores como la pertenencia al trabajo en equipo, la tolerancia y la ponderación de los actos nobles en pos de la nobleza de los buenos actos, bien subrayados en esta obra, de la cual uno espera que por única vez, llegue a muchos chicos y grandes, pero que la dejen ahí. Así está bien con “El origen de los guardianes”.

Si usted quiere pruebe pensar una idea de secuela y verá que, ante semejante peligro, nada puede surgir más que ejemplos forzados de lo que ya de por sí (sin ser una obra maestra) está bien contado. Por una vez dejen que la fantasía perdure por años. Dejen vivir la leyenda por difícil que sea. Oblíguese Hollywood a pensar en otra cosa. Verán que la intención de proteger la fantasía universal de cada niño a posteriori es mucho más valiosa que descuartizar una idea en pedazos rentables.

Vaya tranquilo con los chicos. Esta película es un buen entretenimiento que justifica el paseo.