El origen de los guardianes

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

El Origen de los Guardianes es un filme tremendamente hueco. No comete ningún pecado terrible, pero no hay nada en él que resulte medianamente atractivo. Hay actuaciones (digitales) simpáticas, buenas animaciones, mucha pirotecnia visual y, en sí, la historia zafa, pero jamás termina por ser convincente. Quizás el problema de fondo con el filme es que intenta vendernos una mitología demasiado traída de los pelos, amén que está basada en una serie de figuras que la gente al Sur del Rio Grande apenas conoce. Yo no sé quién corno es el Conejo de Pascua ni el hombre de arena, y en vez de Hada de los Dientes tenemos acá al ratón Pérez (curiosamente el filme se despacha con un gag sobre esto). Pero si dichos personajes entran en la categoria de leyendas urbanas o mitos populares, el libretista se despacha con una interpretación muy fumada sobre lo que pueden hacer o sobre su función en el mundo. Por supuesto esto le importa un rábano al público cuya edad consta de un dígito - ya que está encandilado con los efectos y los chistes visuales -; pero, para los sufridos acompañantes adultos, hay momentos en que uno termina crujiendo los dientes debido a la débil y resentida credibilidad con que se maneja toda la historia.

El Origen de los Guardianes viene a ser la versión kinder de Los Vengadores: un grupo de personajes infantiles populares (al menos en el hemisferio norte) viene a ser una especie de ensamble de super héroes, que monitorea el bienestar de los chicos del mundo desde su central en el polo Norte. El Nick Fury / Reed Richards / Profesor X de turno viene a ser North, simpático apodo que le han dado a una especie de versión heavy de Santa Claus (tatuaje incluido), el que dispone de una pantalla gigante con gráficas del estado de felicidad infantil en todo el planeta y que, a falta de un avión Thunderbird negro, posee de un trineo turbo que mola de diez (dirían los españoles). El tipo es amigo del Conejo de Pascua - una especie de versión gigante, ninja y australiana del personaje -. el Hada de los Dientes, y el hombre de arena (y ése, ¿de qué cuento salió? ¿de El Hombre Araña 3?). Los tipos deben combatir al Cuco, el cual ha comenzado a aumentar su poder impidiendo la labor habitual de los mismos guardianes; por ejemplo, evitando que las haditas entreguen monedas a cambio de los dientes, robando los huevos de Pascua, o intentando arruinar el reparto de regalos en Navidad. Como al Cuco le han salido bien las cosas, ahora tiene más poder que los Guardianes (o, mejor dicho, éstos han comenzado a debilitarse), por lo cual deben llamar a un foráneo - que no es canadiense ni tiene garras enormes que le salen de las manos, y que vendría a ser una especie de versión albina de Justin Bieber -. El problema es que el flaco es un conflictuado de aquellos, especialmente porque los niños no lo identifican tan bien como al Conejo de Pascua o a Santa Claus. Para colmo padece amnesia, y las pistas sobre su origen aparecen aquí y allá, a medida que comienza a combatir al Cuco.