El ocaso de un asesino

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

El poster de este estreno es engañoso.
Tal vez si mostraban a George Clooney sentado en una mesa tomando un café era más
apropiado, ya que es lo que el tipo hace durante gran parte de esta historia más que correr con armas.
Lo quiero dejar bien claro.
El ocaso de un asesino no es para nada una mala película, pero atrasa más de 30 años con una propuesta ultra trillada que ya no da para más.
Los asesinos a sueldo necesitan de manera urgente una renovación en el cine porque ya no se puede seguir refritando el mismo cuento de siempre.
La culpa la tiene un señor francés llamado Jean Pierre Melville, quien en 1967 revolucionó el género policial con una película llamada El Samurai, que protagonizó Alain Delon.
Ese film estableció de manera contundente el modelo del asesino a sueldo en la pantalla grande al presentar a un personaje inédito hasta ese momento, cuyas características fundaron la base de este tipo de sujetos en el cine.
El criminal parco, de vida solitaria, con códigos muy especiales que se enfrenta a una última gran misión, nació con El Samurai.
La película que tuvo una narración minimalista se convirtió en uno de las producciones más importantes de la movida del cine francés de los años ´60.
El tema es que fue tan groso lo que hizo Melville con esta historia en su momento que desde entonces los asesinos a sueldo en la pantalla grande se convirtieron en una maldita copia de lo que hizo este tipo hace tres décadas!
Algunos cineastas inteligentes lograron encontrarle una vuelta de rosca al tema y darle personalidad.
The Killer, de John Woo, que estuvo totalmente influenciada por el trabajo de Melville tuvo su propia identidad debido al particular estilo narrativo del Gran Woo.
Ghost Dog: el camino del samurai, de Jim Jarmush, es otro ejemplo contundente, donde tomaron la influencia de Melville pero su director le agregó algo propio.
La mayoría de las propuestas restantes cayeron en lo mismo al copiar el film con Delon.
Escondidos en Brujas, con Colin Farell, estrenada hace unos años, es otra excepción decente donde los criminales de este tipo fueron trabajados con un poco más de originalidad.
En El ocaso de un asesino el director Antón Corbijn evoca con su narración esa clase de policiales franceses que se hacían en los años ´60 con el problema que brinda una historia que ya se contó un millón de veces.
A los cinco minutos que te presentan a George Clooney, quien brinda su versión personal del famoso “samurai” ya sabés lo que va a ocurrir en cada maldita escena del film, porque es totalmente predecible.
Corbijn es un gran director visual que adquirió notoriedad por sus videos clips, que hizo para Depeche Mode (“Personal Jesús”) U2 (“One” y “Pride”) y Metallica (“Mama Said”) entre tantos otros artistas, que se destacaron por una estética muy particular.
En este film se nota que él estuvo detrás de cámaras y este estreno se ve realmente espectacular.
El tipo le sacó el jugo a esas espectaculares locaciones europeas con un trabajo de fotografía fabuloso.
Clooney brinda un buen trabajo actoral pero a este film le jugó en contra el guión. Al no aportarle nada especial la película se vuelve un bodrio pretensioso de aquellos
Al menos para los seguidores de los policiales que no descubrieron el género con Pecados Capitales.