El ocaso de un asesino

Crítica de Fernando López - La Nación

Un thriller indeciso para Clooney

El ocaso de un asesino atiende menos a la acción que a la observación psicológica y así se torna solemne

El ocaso de un asesino es un film tan enigmático, meticuloso, contenido y distante como su protagonista. Quiere ser un thriller, pero atiende menos a la acción y a las intrigas de la trama que a la observación psicológica, quizá porque se propone revelar la angustia existencial que acosa al personaje. De éste ni siquiera se sabe su nombre verdadero (Jack, Edward o Mr. Butterfly, según quien sea su interlocutor); sólo que está dispuesto a abandonar pronto su sofisticada ocupación (se dedica a adaptar armas y proyectiles según las necesidades de sus clientes, asesinos profesionales de muy alto nivel, como él), y que por ahora, hasta que concrete su última entrega y ya que su oscuro pasado lo ha convertido en blanco de múltiples e inidentificables enemigos, debe permanecer escondido en un pueblito de los Abruzos.

"No hagas amigos", lo previene su jefe, pero él -renovada versión del clásico matador solitario, silencioso e inmutable- se vincula con un sacerdote que adivina su honda crisis interior y con una bella prostituta que alcanza a percibir los restos de un fatigado corazón detrás de la máscara impasible del hombre. Se habla del pecado, del paraíso, se insinúa alguna forma de salvación, se cita a Sergio Leone, cuya influencia es notoria en los largos pasajes que detallan la minuciosa labor manual del protagonista. El film, he ahí el problema, se toma demasiado en serio. Quiere ser profundo y se pone solemne.

La confusa intriga del thriller languidece -muchos puntos quedan oscuros-, y a sostenerla poco ayudan un personaje por el que es imposible experimentar alguna adhesión (elección más que curiosa tratándose de un actor carismático como Clooney), un libro que abusa de los enigmas y un lenguaje narrativo que hace poco por resultar inteligible.

Eso sí; el holandés Anton Corbijn es un gran fotógrafo y sabe sacar provecho de las bellezas de la región italiana donde se rodó el film y de la voluptuosidad de Violante Placido, hija del actor y director Michele Placido. Algo es algo.