El ocaso de un asesino

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

El hombre sin futuro

En el trabajo de Jack se desaconseja hacer amigos. La prohibición es apenas una de las condiciones para llevar adelante con éxito la vida de un asesino. La mirada del escurridizo Jack revela la angustia de un hombre al que se le está terminando el tiempo productivo. En El ocaso de un asesino , George Clooney logra humanizar (quizás gracias a su indudable fotogenia) al personaje que se refugia en un pueblito de la región de los Abruzzos, en Italia, hasta nuevo aviso.

La película del fotógrafo y director de videos musicales, el holandés Anton Corbijn, está basada en una novela y plantea la historia con morosidad. Llama la atención el cuidado meticuloso de la imagen. Tan meticuloso como el ejercicio de observación en el que está entrenado el personaje de Clooney. La trama sencilla e idéntica a tantas del género (más o menos Bond, más o menos thriller , según el refinamiento o la profundidad) se vuelve interesante por el seguimiento de los movimientos cotidianos de ese hombre. Siendo un hábil cazador, ahora se sabe presa, en el umbral de su retiro voluntario.

La atmósfera apacible de Castel del Monte se sacude ligeramente con la llegada del “americano”. Por las típicas callecitas empedradas, Jack, que se hace llamar Edward, lleva el sello de fugitivo en la frente. La cámara opone el ritmo de los pobladores sin tiempo, con la ansiedad mal disimulada del asesino. El personaje tiene facetas muy interesantes, como es la fascinación por el trabajo artesanal. La cámara lo enfoca haciendo el ensamblaje de armas y luego, el esfuerzo de Jack frente a las escasas relaciones personales que debe enfrentar. Paolo Bonacelli, como el Padre Benedetto, oficia de consejero e intenta arrancarle una confesión. El sacerdote comenta: “Americano. Entonces cree que puede escapar de la historia. Vive en el presente”, una suerte de advertencia que da sentido al relato. Se escucha por ahí un hit que ya está pegando entre nosotros, a propósito de la palabra ‘americano’.

Por su parte la bella Clara (Violeta Placido) cruza el cerco de piedra del hombre al que se le ha prohibido querer y hablar de sus sentimientos. Es el aspecto más rico de la película. Clooney puede con el personaje detrás de la máscara de hombre mortificado, en tanto, la actriz pone su sensualidad al servicio de la ambigüedad que genera la desconfianza de Jack. Y la alemana Thekla Reuten cumple con el rol de mujer fatal, versión femenina de Jack. La fotografía y algunos momentos de música que refuerzan el carácter dramático acompañan la historia del hombre que intenta huir de sí mismo. Con dosis equilibradas de suspenso, reflexión y romance, El ocaso de un asesino salva la obviedad de una historia muy poco original.