El niño

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

Los muñecos pueden ser muy atemorizantes, y el cine supo explotar ese concepto en películas que ya constituyen un subgénero. Chucky es el mayor ícono de la causa (vale repasar su filmografía para recordar su prontuario), y Annabelle se erigió como la diva actual. Además, gran cantidad de exponentes: clásicos olvidados (The Great Gabbo, de 1929, que inspiró aquel personaje de Los Simpson), films de culto (Magia, con Anthony Hopkins), joyitas con tono de fábula (Dolls, de Stuart Gordon) oscuridades canadienses (Pin: El Juguete Peligroso); la saga Puppet Master, a cargo de la productora de bajo presupuesto Full Moon, y Silencio de Muerte, dirigida por James Wan. El Niño es el flamante miembro del staff.

Huyendo de un reciente problema sentimental, Greta (Lauren Cohan) llega a una mansión de Inglaterra, donde la espera un trabajo como baby sitter de un niño. Enseguida descubre que Brahms, el niño en cuestión, es un muñeco de porcelana, de rasgos casi humanos; una pareja de ancianos lo considera un reemplazado de su verdadero hijo, muerto en un incendio años atrás. La muchacha será instruida en los cuidados que el “chico” necesita, que incluyen cambiarlo de ropa y leerle. Cuando el matrimonio se va de viaje, Greta deja de cumplir con su tarea (Después de todo, ¿por qué tratar como persona a un ser inanimado?). Pero una serie de extraños episodios comenzarán a inquietarla. Tal vez Brahms no sea sólo un muñeco. Es posible que tenga vida propia. Y sus verdaderas intenciones no son nada amigables.

Un puñado de actores (al que se les suma un vecino interpretado por Rupert Evans) le alcanza a William Brent Bell para construir una película de suspenso y terror psicológico, eludiendo la sangre. Sin embargo, aunque el clima conseguido es interesante -mayormente porque Brahms genera escalofríos-, las intenciones del director no toman vuelo debido a que las situaciones se vuelven reiterativas y la narración avanza muy despacio. Un inesperado giro argumental, del que no se puede revelar nada, produce un cambio que resignifica la trama y transforma a la historia en otra cosa… que resulta incluso más divertida y con referencias más que explícitas.

Uno de los atractivos es ver a Lauren Cohan en un producto distinto de la serie The Walking Dead, que la tiene como una de las protagonistas. En vez de zombies, ahora le toca lidiar con una única amenaza, y en un contexto diferente (interiores, silencios), pero nunca deja de actuar de manera parecida. Igual, se las arregla para cumplir.

Aún con sus imperfecciones, El Niño tiene sus hallazgos y puede integrar el Monte Olimpo de muñecos tenebrosos: ya mostró sus recursos como para seguir haciendo de las suyas en lo que podría ser una nueva saga de terror.