El niño

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Desde el famoso Chucky hasta los terribles e inagotables Puppet Master, pasando por la reversión malvada e italiana de Pinocho; el mundo de los muñecos y el cine de terror ha sabido entregar obras variadas despertando la curiosidad del espectador.
Siempre se le puede dar una vuelta de tuerca más; y en este punto, nadie puede negar que la propuesta de El Niño resulta original; aunque sea, tomando un poco de cada lado y entregarlo en un frasco novedoso.
Greta Evans (Lauren Cohan) es la típica estadounidense en tierras extranjeras, en este caso, Reino Unido. Llega a una apartada mansión empleada como niñera de Brahms, el hijo de los ya mayores señores Heelshire (Diana Hardcastle y Jim Norton).
Si bien es evidente que Greta huye de un pasado tumultuoso, el trabajo parece ofrecer la tranquilidad y regularidad que ella necesita; salvo por un pequeño detalle, Brahms no es un niño de carne y hueso, es un muñeco articulado de porcelana.
Los Heelshire, sobre todo Mamá, exigen que Brahms (que representa a un hijo real muerto hace varios años) sea tratado como un niño real, con todo lo perturbador que eso puede ser, más aún cuando la pareja decid salir de vacaciones y Greta quede sola al cuidado del niño muñeco.
¿Qué secretos se esconden detrás de Brahms? ¿Hay alguna maldición? ¿Tiene vida pese a no tener piel? El debutante guionista Stacey Menear nos depara varios giros que acá, por supuesto, no asomaremos a develar; en medio de una estructura hermética que juega más con la sugestión y el susto falso que al hecho concreto.
¿Cuántas veces asistimos a una idea que suena mejor en la premisa que a la hora del desarrollo y la concreción? Un aporte fundamental para disfrutar El niño como se debe, es dejar la lógica básica de lado. El argumento presenta cuestiones que no cierran del todo bien, las preguntas abundan a los diez minutos de iniciada, y no, no siempre van a tener respuestas, por lo menos, no de las coherentes.
El director William Brent Bell (con alguna experiencia en el género, esta, por lejos, la más satisfactoria) aporta el clima necesario, le otorga el ritmo y la parafernalia correcta para que una película encerrada, con pocos personajes, no suene a una obra teatral o con el peso de la monotonía. Ahí están personajes periféricos, como el interés romántico Malcolm (Rupert Evans) para hacer también a la suma de dinamismo.
El niño se sostiene mejor mientras se presenta, mientras nos va enseñando cuáles son sus cartas. Por eso, su primera mitad, su primer hora para ser más laxos, es más potente que a la hora de empezar a atar cabos y entregar ese as bajo la manga que se guardó para el final.
Lauren Cohan, conocida por la serie The Walking Dead, carga con el peso del relato, prácticamente no abandona ningún plano, en varios tramos del film se encuentra ella sola, y siempre luce convincente, aun cuando su Greta tome decisiones no del todo acertadas.
Hay un buen clima, varios momentos de sobresaltos, un objeto inanimado que puede soportar ser el vehículo del miedo a la perfección, y una propuesta que nos desafía a arrojar varias hipótesis. Cuando abandonamos la sala hay más dudas que certezas, es cierto, una sensación de que algo no está bien o que debieron pensarlo mejor. Pero en el tramo que estuvimos dentro, la experiencia fue satisfactoria, y ese muñeco se ligó un par de maldiciones de nuestra parte, vale la pena conocerlo.