El niño y la bestia

Crítica de Roberto Iván Portillo - Cuatro Bastardos

El niño y la bestia: Legado salvaje.
El director Hosaoda vuelve a la pantalla grande con esta gran fábula de aventura y de pasajes memorables.
La respectada compañía Gaumont deposita su confianza en un nuevo film animado no francés (años anteriores lo había hecho con Mary and Max), logrando como mérito ponerlo en la Festival de San Sebastián, depositando el primer largometraje animando en competir por una Concha de Oro en la Competencia Oficial en sus 62 años de vida, marcando otro gran paso para el cine de animación.
Dirigir anime no es para cualquiera, hay que saber que elementos situar y sobre todo cómo situarlos. Y Mamoru Hosaoda (The girl who leap throght time, Wolf Children) ya nos vuelve a demostrar que la tiene más que clara.
La obra muestra a un solitario y taciturno chico huérfano, llamado Kyuta, quién camina por las oscuras calles de Tokio torturado por el abandono y la soledad. Su destino dará un drástico giro cuando se cruza a Kumatesi, un ser sobrenatural mitad oso salvaje mitad semi Dios, quién observará y erigirá al nene como su futuro discípulo en las artes del combate.
El pequeño chico deberá seguir a la criatura hasta su mundo de deidades (rasgo típico en las películas del género fantástico), abandonando el suyo para poder aprender todos los secretos que le aguarda y lograr encontrarse a sí mismo.
Pero ¿Por qué un ser sobrenatural tendría que seleccionar un niño de este planeta?
La meta principal de Kametsu es la de transcender, más allá de ser el mejor peleador de su mundo, él debe dejar una marca en alguien, un legado. Es ahí, su mayor problema: su personalidad agresiva y vaga hace que espante a todos los aprendices que le proveen en su tutoría. No logra dejar sucesor, la transcendencia natural por excelencia. No basta ser el mejor, se debe dejar una herencia para poder dejar esta vida. Es por eso la importancia de Kyuta, será posiblemente su última oportunidad de aportar sus huellas en el mundo.
En toda enseñanza no se educa sin aprender, el maestro tendrá que ser educado también. Por este motivo, el testarudo chico es el alumno idóneo, el feedback no se hará esperar. Dos mentes nacidas para la rebeldía.
Pero la dupla alumno maestro no estará sola, también habrá otro personajes adicionales interesantes como Ichirohiko y, lamentablemente, otros que están de más como el padre verdadero de Kyuta.
Algo para destacar son las escenas de acción que veremos, en especial las que Kumatesu disputará al principio con Iozen (con quién también compite para dejar un sucesor), que por obvias razones, provocará una revancha.
El film abunda y escoge recopilar elementos de otras obras reconocidas, como Karate Kid, El libro de la selva y La bella y la bestia. Asimismo, el músico Masakatsu Takagi emulará el estilo Kung Fu Panda para componer la banda sonora.
Más allá de un final alejado de toda fluidez narrativa (pelea interna entra la “luz” y la “oscuridad”), El niño y la bestia cumple con lo que promete: acción, emoción, algunas risas y dos horas de puro entretenimiento.
Además de que la dinámica que se genera entre humano y bestia-semi Dios es una de las mejores químicas que se verán en la pantalla grande en lo que va del año.