El navegante solitario

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Justa y cálida recordación de un audaz y singular argentino ilustre

El mundo está hecho para los valientes, dijeron alguna vez. El que no arriesga, no gana, sentenció otro. Si uno se conforma con lo que tiene o hace es un cobarde, alguien opinó. Pero, anhelar una vida distinta a la de los demás en la que no haya límites mentales, emocionales, físicos y, fundamentalmente, geográficos, es para unos pocos, ilusos o locos. Como lo calificaron al protagonista excluyente de este documental cuando, al estar en un puerto francés durante el año 1931, se le frustró un proyecto que tenía programado, y no tuvo una mejor idea que comprar, con el poco dinero que disponía, un pequeño velero en ruinas, destinado al desguace, con las maderas podridas. y restaurarlo en un astillero para volver a Buenos Aires navegando solo.

Cabe destacar que Vito Dumas tenía unos conocimientos básicos de náutica, pues su fuerte era la natación en aguas abiertas. Los inconvenientes no lo intimidaron, todo lo contrario, potenció aún más el desafío. Como si fuese una chispa que encendió el motor de una nueva pasión, imposible de abandonar.

De este modo “El navegante solitario” comenzó a vivir como quiso, sin pedirle permiso a nadie, cuando tomó como referencia, consciente o inconscientemente, las definiciones escritas al comienzo de esta nota.

El director Rodolfo Petriz, con un impecable registro fílmico, no sólo de aquí, sino en cuatro de los países donde estuvo Vito, incluido el puerto francés con su viejo astillero y un descendiente, el bisnieto de quién ayudó a refaccionar el velero, que cuenta la historia de aquella época, para recordar a un héroe olvidado por la gran mayoría, sólo evocado con admiración y respeto por sus colegas, los actuales marinos argentinos, merece un reconocimiento.

El relato de la película comienza en ese mítico 1931 francés y concluye con su muerte en 1965. Se basa en libros, fotografías, documentaciones portuarias, filmaciones, mapas, pinturas y un disco dedicado a él, junto a varios testimonios de navegantes que escribieron libros sobre Dumas, y también algún familiar que aporta otros datos. Además, cuando al realizador le pareció conveniente ejemplificar ciertos sucesos, recurrió a la producción de dibujos animados. Y, por si fuese poco, suena una acertada melodía instrumental para resaltar el derrotero épico cuando se ven las cartas náuticas.

Aunque todo este esfuerzo de producción parece muy pequeño. comparado con las intrépidas aventuras narradas. Porque fueron muchos los viajes en solitario. Siempre en la búsqueda de un objetivo mayor, pese a la escasez de dinero y el desprecio de la élite marítima argentina. Así. Vito Dumas mostró. y se demostró a sí mismo, que las únicas fronteras son las mentales, porque hizo a los océanos del mundo su hábitat natural. y a una diminuta embarcación su verdadero hogar. Gracias a una gran capacidad para forjar el temple y a poder dominar el espíritu, especialmente ante los momentos más difíciles. Y, por sobre todas las cosas, haber sido un osado, sin que nada ni nadie lo haya amilanado jamás. y así poder tener una vida de película.