El nacional

Crítica de Ezequiel Boetti - Página 12

"El Nacional": entre el progresismo y las tradiciones.

La película toma una parte por el todo y hace de las cosmovisiones muchas veces contrapuestas de los alumnxs y profesores una caja de resonancia de las tensiones que atraviesan gran parte del país.

“Era un colegio sombrío, de místicas bóvedas y obscuros corredores donde sentía el alumno cohibírsele el espíritu en medio de tanto silencio y disciplina. Fue allí, en las largas galerías y a la sobra de claustros y bóvedas, donde se formaron esos genios de temple y doctrina que, decididos en una misma suerte, crearon una patria”. La frase se lee en los intertítulos del fragmento en blanco y negro, filmado casi un siglo datrás, con que abre El Nacional, en el que el documentalista Alejandro Hartmann (AU3, Reset: Volver a empezar, El fotógrafo y el cartero: El crimen de Cabezas) se propone, a la manera de un Frederick Wiseman argento, registrar los múltiples engranajes de una institución. Y vaya que es una institución el Colegio Nacional Buenos Aires, cuna de líderes y referentes de todas las disciplinas, desde políticos –muchos de ellos presidentes– hasta artistas, pasando por intelectuales y científicos.

Pero Hartmann es consciente de que no puede filmar todo, que las imágenes y los sonidos del registro observacional no alcanzan para dar cuenta de la dimensión física, política y social de esa mole fundada hace 150 años. Y entonces hace lo que todo buen documentalista: recorta, construye sentido, se deja sorprender por las particularidades de un lugar que, por su historia, su tamaño y su carácter legendario, asoma como monstruoso. Claro, para recortar, primero hay que saber qué rumbo darle a la tijera. El realizador da una pista con el discurso del entonces rector Gustavo Zorzoli durante la inauguración del ciclo lectivo de 2018, el mismo que registrará hasta el último día.

Es un año clave, con las votaciones en el Centro de Estudiantes y la elección de un nuevo rector en el horizonte, al igual que el primer tratamiento legislativo de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. “Como todo colegio que se dice recontra progresista, tiene algunas cuestiones vinculadas al conservadurismo que mejor no decir”, enuncia Zorzoli ante los ingresantes de primer año y sus familias.
De cómo conviven, de cómo cinchan la soga lo “recontra progresista” y el conservadurismo trata, entonces, este documental estrenado en la Competencia Argentina del último Bafici.

Con un registro no intrusivo que procura camuflar el dispositivo cinematográfico en su paso por las aulas, pasillos, veredas y oficinas, El Nacional toma una parte por el todo, es decir, hace de las cosmovisiones muchas veces contrapuestas de los alumnxs y profesores una caja de resonancia de las tensiones que atraviesan gran parte del país. Y esa contraposición –como ya había mostrado La toma, otro muy buen documental colegial filmado en 2013 por Sandra Gugliotta– se resuelven a pura política, entendida ella como el arte de la negociación en pos de un común. La película funciona, entonces, como el retrato del despertar de la conciencia cívica de una nueva generación que muchas veces se estrola contra situaciones propias de otra época. Clases de un idioma fundamental para el mundo que viene como el latín, por ejemplo. O la importancia que Zarzoli concede al peso simbólico del Nacional, con sus paredes y claustros igual que hace décadas, en la rutina educativa.

Dentro del aula, los alumnos discuten sobre Sartre con los profesores, aprenden funciones matemáticas y reciben a militantes de todas las organizaciones políticas en búsqueda de votos. En la vereda, arman asambleas abiertas ante la imposibilidad de realizar una toma y debaten con el ímpetu propio de quien tiene todo el futuro por delante sobre el aborto, la violencia de género y la ausencia de protocolos en el colegio. En los pasillos se rosquea y especula con el porvenir del Centro de Estudiantes. Los padres de la cooperativa debaten acerca de darle o no apoyo a 70 alumnas para que viajen al Encuentro Nacional de Mujeres. Nadie está muy convencido, pero menos convencidos están de poner la cara para decirles, en pleno apogeo de la ola verde, que no van a darles dinero. El aire del tiempo presente, entonces, como elemento capaz de definir la dicotomía entre el pasado y el futuro.