El muñeco diabólico

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Nueva versión del clásico de terror de Chucky, el muñeco diabólico (Child´s Play, 1988) de Tom Holland. Un inteligente regreso que no se preocupa por tonterías y se dedica de lleno a contar una historia de forma contundente en solo 90 minutos.

El origen malvado del muñeco es en una fábrica en Vietnam, donde un empleado enojado desactiva todos los protocolos de seguridad del muñeco. Este juguete inteligente, orgullo de la empresa Kaslan, tiene la capacidad de conectarse con todos los artefactos de la casa e incorporar nueva información. Esta combinación lo lleva a convertirse en un muñeco sin control que aprende rápido el lado oscuro del mundo. Su mejor amigo, programado al encenderlo, es Andy (sí, como el de Toy Story) y el muñeco Buddi, que elige llamarse Chucky, tendrá como misión inicial castigar a cualquiera que le haga daño el niño. Pronto todo se saldrá de control.

Es muy sano ver una película que no intenta convencer a todo el público. El muñeco diabólico es sangrienta, perturbadora, más cerca del estilo desenfrenado de otra época que de las especulaciones demasiado medidas del cine industrial actual. No hay vueltas de tuerca. En esta película las cosas ocurren rápido, de forma clara y entretenida. Es terror, tiene humor, no se extiende ni un minuto más de lo necesario. Cosas sencillas pero sin errores.