El mundo entero

Crítica de Gastón Dufour - Cinergia

Vida y obra de Francisco Piria, creador de Piriápolis

“Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades. “Las cosas tienen vida propia -pregonaba el gitano con áspero acento-, todo es cuestión de despertarles el ánima”.
Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.

¿Alguna vez soñaron con llegar a un nuevo lugar y cambiarlo todo? ¿Con llenar de ideas y la forma de un nuevo paisaje plasmado con todo lo que su imaginación pudiera ofrecer? Eso parece ser lo que tenía en la mente Francisco Piria y es lo que fue llevando de cara a la construcción del futuro. Y así lo narra su director, Sebastián Martínez en su documental El mundo entero, del que hablaremos en esta reseña.

Una herramienta compleja para un documentalista es construir poesía y un relato atractivo en su película. Con los imágenes de archivo, intercaladas por la voz en off que acompaña el nexo que hila cada segmento en los que el mito se convierte en realidad histórica a través de la voz de los testimonios de quienes se suman a contar la historia de Piria. Un visionario, un soñador, un idealista práctico que no temía arriesgar e ir más lejos, todo el tiempo, a cada paso.

La educación que recibió luego que fue enviado a Italia por su madre tiñe las noticias respecto de la formación que le fue impartida; se dice que la misma había incluido elementos de alquimia. La cuestión de la magia engrandece al mito del gran fundador de la ciudad que llevó su nombre, y de la que habló en su novela, considerada la primera utopía literaria de Uruguay.

El pasado del que se tienen certezas pero ocasionalmente suelen ser pocas, se refleja en las fotografías que sostienen la historia que construye el sustento del pasado. De nuevo, el archivo, a modo de recordatorio: el estilo de los locutores de la época, que llevaba a todo el que quisiera ver y oír la historia y la grandeza de los idealistas pragmáticos de principios del siglo. Es así que Piria genera siempre una posibilidad de crecimiento y una novedad en sí misma; un adelanto en potencia para el país y las nuevas generaciones.

Plena de misterio y de imágenes sobre el futuro está la historia de este hombre con ideas sobre la alquimia y los grandes símbolos que modificaron muchas cuestiones de su visión de las cosas. Por razones que pueden entenderse a medias, en Montevideo Piria es el gran olvidado. Como uno de los testimonios indica durante el documental: “Quien tenga ojos para ver, que vea”.