El misterio de Soho

Crítica de Patricia Pritzker - Chapeau Argentina

La última y esperada película del director británico Edgar Wright fue presentada en el Festival de Sitges y en el Festival Internacional de Venecia y nos sitúa en Londres, adonde la joven Eloise Turner (Thomasin McKenzie) se dirige luego de ser aceptada por la Universidad de la Moda en una de las capitales más importantes y fashionistas del mundo. Criada en el campo por su abuela Peggy (Rita Tushingham) raíz de la pronta muerte de su madre, una tímida Eloise es aceptada para estudiar lo que tanto ama y así convertirse en un afamada Diseñadora de Moda. Al llegar comprueba lo hostil que puede ser la gran ciudad al ser molestada por sus colegas de la residencia, especialmente por su compañera de cuarto, Jocasta (Synnove Karlsen). Por esto decide mudarse sola y consigue un cuarto arriba de la casa de la Sra. Collins (Diana Rigg, en su último rol) una anciana que le pone ciertas pautas. Eloise no sólo ama la moda, también la década del 60' y su música, que aprendió a amar por su abuela y es otra gran protagonista. A partir de la mudanza comienza a soñar con Sandie (Anna Taylor-Joy) una aspirante a cantante en busca de éxito y, como en un misterioso juego de espejos, acompañará a esta joven en su misterioso recorrido. Al principio, Ellie ve el costado divertido, cuando Sandie conoce a Jack (Matt Smith) quien le promete trabajo, pero con el transcurso de los días los sueños se transforman en visiones, todo se tiñe de oscuro y nada es lo que parece ya que Sandie corre peligro. Sumergida en el mundo de Sandie y Jack, Ellie es acosada por un misterioso hombre (Terence Stamp) y a la vez acompañada por su nuevo amigo John (Michael Ajao) el único que parece vislumbrar que está en problemas. Sin más para agregar, porque el guion tiene varias vueltas de tuerca el film tiene muchas cosas positivas: el elenco, sobre todo Taylor-Joy, la música es gloriosa (Cilla Black, Petula Clark, Siouxsie, The Who, The Kinks, Siouxsie and The Banshees) la recreación de época, el diseño de vestuario a cargo de Odile Dicks-Mireaux, y la fotografía de Chung-hoon Chung, excelentes. Pero lo mejor de todo son los efectos visuales y de sonido que se lograron al compaginar ambos mundos. La década del 60' y la actualidad. No todo es bueno, hay acciones que se repiten y eso hace que sobren minutos. El hecho de lograr un buen efecto no significa que haya que repetirlo cinco veces... a eso se le suman algunas cuestiones del guion que no convencen del todo. De todas formas, entretiene.