El misterio de la felicidad

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Dentro de su carácter de comedia dramática con toques románticos y humorísticos, El misterio de la felicidad se interna en aguas emocionales y evocativas profundas. Con la inestimable contribución de una intensa pareja protagónica, logra estimular resortes íntimos y sentimentales, mérito de un Daniel Burman que aquí se mueve dentro de una frecuencia más clásica pero sin dejar de lado su sello personal y una innegable originalidad, tanto en los tópicos abordados como en su tratamiento expresivo. Si bien es cierto que en parte de sus últimos films el realizador de El abrazo partido se ha acercado subrepticiamente a un cine más industrial, con la presencia de figuras populares de la escena argentina, con La suerte en tus manos volvió a su esencia en un film repleto de riesgos, tanto en su temática como en las apuestas actorales. Y si bien aquí retoma aquella impronta, con intérpretes reconocidos y una historia en la que el amor -en sus distintas acepciones- asoma en variados momentos del metraje, se percibe en su narración aparentemente más convencional, la interpelación de detalles narrativos más “indies”, o mejor dicho, más burmanianos.

En su historia de un par de amigos hermanados como siameses, en la cual uno de los dos desaparece sin dejar rastro, conmocionando sin remedio la vida del otro; se vislumbran emociones primales del ser humano. Sensaciones que pese a su humor destilan melancolía, y que se amalgaman mediante una labor extraordinaria de un Guillermo Francella pleno de expresividad pero muy medido en sus recursos gestuales habituales, junto a la vuelta a la actividad de una brillante Inés Estévez que, con un personaje lleno de matices, resulta clave en el film. Tanto Alejandro Awada como Fabián Arenillas despliegan su talento en roles sumamente peculiares, y por último, María Fiorentino y Sergio Boris, aportan lo suyo en sus breves participaciones. Con una escena final antológica y conmovedora, esta simple y magnífica comedia romántica con ingredientes dramáticos resulta asimismo mucho más que eso.