El mayordomo

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Una familia en tensión

Por la trágica historia que arrastra desde pequeño en una hacienda algodonera del Sur de los Estados Unidos, donde su madre fue violada y su padre asesinado cuando intentó protestar por el abuso, Cecil Gaines (Forest Whitaker) es un hombre con miedo, que aprendió a ocultar sus opiniones, sus emociones y hasta sus movimientos para encajar y llevar una vida más o menos normal en un sistema injusto que lo supera.

Así, luego de pasar sus primeros años como campesino, se convirtió en un eficiente "negro de casa", luego se perfeccionó en un lujoso hotel para dar el salto y convertirse en mayordomo de la Casa Blanca durante 29 años y siete administraciones.
El film de Lee Daniels (Preciosa) tiene una narración clásica, donde la evolución de su protagonista es el vehículo para retratar un período de la historia en la lucha por los derechos civiles de los negros, que de alguna manera culminó con la llegada de Obama al poder.
Eisenhower (Williams), Kennedy (James Marsden), Johnson (Liev Schreiber), Nixon (John Cusack) y Reagan (Alan Rickman), cada uno de los presidentes es atendido con eficacia por Cecil, que mientras tanto forma una familia con Gloria (extraordinaria Winfrey) y dos hijos que se ven envueltos por la historia: uno que dedica su vida a la lucha por la igualdad y el otro que se alista para luchar en Vietnam. La tensión del afuera que se traslada a una familia de clase media.
Entretenida, previsible, con un gran elenco que en general hace lo suyo con oficio –salvo Cusack y Rickman, totalmente fuera de registro–, El mayordomo tiene además un tema sensible, por lo que la sospecha de ser un producto diseñado para agradar a la academia en los próximos Oscar no es para nada descabellada.