El mal del sueño

Crítica de Diego Lerer - Clarín

La mirada de los otros

El alemán Ulrich Köhler enfrenta a la cultura occidental con la africana en un filme fascinante.

Africa como un sueño, una pesadilla. Africa como un lugar donde las reglas cambian, la lógica se trastoca y el misterio le gana a la razón. En El mal del sueño , el alemán Ulrich Köhler cuenta dos historias en una, ambas ligadas a esa idea: el continente, como parecía dejarlo en claro Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas altera los sentidos, transforma a los hombres para siempre.

Un médico alemán y su familia están a punto de dejar Camerún después de tres años de trabajo allí, tratando de combatir la epidemia del llamado “mal del sueño” que hace que la gente quede en un estado de pesada somnoliencia, con consecuencias fatales. Con la epidemia controlada, Ebbo y su familia deciden regresar a Europa. Mujer e hija se van mientras Ebbo queda ultimando detalles de su partida mientras prepara a su reemplazante y enfrenta lo que, él siente, es una extendida corrupción y falta de seriedad profesional en quienes lo rodean, tanto locales como un francés que quiere convencerlo de emprender allí un proyecto en apariencia hotelero.

La película salta abruptamente a tres años después. Allí vemos a Alex, un doctor francés, negro, de origen congoleño, que arriba a Africa a hacer un informe de la situación médica. Con dificultades para adaptarse al lugar y a sus costumbres, Alex termina enredado en la búsqueda infructuosa de Ebbo, quien nunca se fue del lugar y que hoy parece haber asumido una forma de vida que antes rechazaba. Lo que pasará de allí en adelante entrara en un terreno misterioso, una suerte de juego de poder y de viaje a las profundidades de la selva en la que el espectador deberá sacar sus propias conclusiones.

Alejado de toda “corrección política” imperante, jugando con las contradicciones que existen en la relación entre europeos y africanos, y llevando al espectador a meterse dentro de ese universo donde las cosas no funcionan de manera convencional, los parámetros de conducta son otros y en los que un hipopótamo puede aparecer y uno no sabe si es real o alucinación, Köhler vuelve a plantear ese choque cultural tan clásico a la literatura y al cine que es el encuentro entre la razón occidental y la forma de vida africana (o, podríamos decir, “tercermundista”), a las formas del post-colonialismo.

Sin juzgar ni condenar, observando comportamientos y actitudes, dejando que el paisaje vaya haciendo su trabajo sobre el espectador, este realizador clave del llamado Nuevo Cine Alemán -que vivió de niño en Africa- entrega un filme corto, subyugante, un viaje en dos partes que hace recordar la historia de la búsqueda y encuentro del mítico Kurtz, un hombre transformado por sus experiencias y circunstancias. Enredado en el corazón de las tinieblas...