El mal del sauce

Crítica de María Victoria Vázquez - El Espectador Avezado

En su debut como director de ficción (anteriormente dirigió documentales), Sebastián Sarquís nos cuenta la historia de Franco (Jean Pierre Noher), un hombre que un día amanece vendado, y maniatado en una casa sin saber cómo llegó allí. Poco a poco se libera de las ataduras, y encuentra la casa sola, y abierta. Cree que su libertad está apenas a un paso, pero sólo ve agua: está varado en una isla del Tigre.
En un momento recuerda, de golpe, al ver una foto en la billetera, a su hijo. Luego verá que está en la isla con él, pero en otra casa, y será su vínculo con los captores, aunque la situación se vaya tornando bastante extraña.
En paralelo, vemos a Elena, una mujer que es quien recibe el llamado de los secuestradores, y que nunca se define qué parentesco tiene con Franco. Podría ser su madre, o su hermana, o su esposa, no se entiende.
A pesar de los esfuerzos de Sarquís, los escasos recursos económicos con los que contó a la hora de la realización hicieron que todo el film descanse, prácticamente, sobre los hombros de Noher. Y si bien, él es un gran intérprete, y genera en el espectador una empatía poderosa, el guión no lo acompaña para sostener el relato casi en soledad. El tiempo en que su personaje deambula por la isla y su escaso contacto con el mundo exterior van quitandole interés al relato y por mucho que respetemos la intriga que se intenta crear, sentimos cierta falta de consistencia en la historia que impide que el film despegue. Entendemos y valoramos la austeridad a la hora de jugar con pocas piezas, pero la duración del film, teniendo en cuenta lo anteriormente nombrado, quizás sea excesiva y no la favorezca.
No es que una hora y media sea mucho tiempo, sólo que la historia se podría definir en menos pasos, o procurar otras líneas paralelas que sostengan el interés a través de otros secundarios... La elección del director es respetable, pero por mucho que se esfuerza Noher, "El mal del sauce" no logra afianzarse y convencer al espectador exigente.
Se perciben diálogos poco creíbles y situaciones extrañas que no ayudan a elevar la tensión necesaria para la propuesta que la película propone.
En el haber, rescatable, la intención de llevar a cabo una idea potencialmente rica, el esfuerzo del protagonista por llevar adelante la trama y los bellos paisajes del Delta como escenario.