El llanero solitario

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Con un collage de estilos y géneros que incluyen el western, la comedia, el grotesco, la acción desatada, la evocación, los tributos, el drama –atenuado- y el sarcasmo, El Llanero Solitario impone básicamente el entretenimiento entre tantas oscilaciones expresivas. Fundamentalmente la película del desparejo pero creativo Gore Verbinski apunta a la desacralización del héroe con abundantes apuntes humorísticos que no dejan de lado la caricatura, con lo cual cabe preguntarse: ¿Por qué en los últimos
tiempos a algunos viejos superhéroes o personajes heroicos se los
lleva a este terreno? Da la sensación de que existe un cierto miedo
a no poder sostener un film entero en tren de seriedad que no caiga
en lo solemne.
El dúo Trendle y Striker concibió en la década del 50 la inolvidable
serie televisiva que llevaba el mismo nombre y luego en los 60 llevó
adelante otro excelente ciclo que fue El Avispón Verde.
Seguramente ambos no estarán en este mundo, porque de ninguna
manera hubieran consentido una recreación tan abominable como
la del film reciente sobre ese personaje con Seth Rogen y dirigida
por Michel Gondry, y tampoco habrían aceptado esta versión del
sheriff enmascarado dotada de un tono bastante satírico e
irrespetuoso, pero mucho menos desafortunado que El Avispón
Verde. Aunque está claro que El Llanero Solitario parte de una
apuesta comercial en la cual están reunidos casi todos los artífices
de la payasesca saga Piratas del Caribe (producción a cargo de
Bruckheimer-Disney, el citado director, guionistas y protagonista
Johnny Depp). Demasiados nombres en común como para no caer
en los excesos de la serie de films apuntada, pero, más allá de su
tono de farsa, la rescatan sus varias e interesantes subtramas, un
sentido revisionista en el que ni la caballería montada queda bien
parada, un Depp gracioso pero también agudo, un Armie Hammer
que no parece el más indicado para el rol pero es carismático y
pone lo suyo, y un final trepidante a toda orquesta arriba de un par
de trenes que, con el apoyo de la espectacular banda sonora de
Hans Zimmer y un montaje excepcional, saca el aliento. Y los
símbolos del enmascarado que reconfortan, asomando aquí y allá.