El llanero solitario

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

El Llanero Solitario es un personaje surgido en el ámbito de la radio y creado por George W. Trendle en la década del 30. En sí, no tiene nada de extraordinario - no es mas que el transplante al escenario del lejano oeste de un justiciero enmascarado al estilo de El Zorro, personaje que data de 1919 y que probó ser enormemente influencial (piensen sino en toda una generación de vigilantes enmascarados con doble personalidad que han surgido a su sombra, sea Batman, Daredevil, y un largo etcétera) -, pero tiene su cuota de misterio y nació en una época en que el western se consumía como pan caliente. Desde ya, el auge de El Llanero Solitario está ligado de cerca al derrotero del género western, con lo cual - al igual que las películas del oeste - comenzó su declive en la década del 70. La llegada de La Guerra de las Galaxias (y el auge de la ciencia ficción en general) terminaron por exterminar al cine de vaqueros, básicamente porque era un género demasiado repetitivo y limitado, aún cuando los italianos se dieron maña para revitalizarlo en el tiro del final durante los años de oro del spaghetti western. El personaje continuaría en el aire, fuera en reemisiones de la serie clásica producida en los años 50 (con Clayton Moore como protagonista), en algunos comics, y en un par de dibujos animados que eran de buena calidad pero pasaron de largo sin pena ni gloria. Quedaba claro de que la mejor hora de El Llanero Solitario había pasado allá lejos y hacía mucho tiempo.

Curiosamente Hollywood - deseoso de armar alguna nueva franquicia exitosa basada en un héroe medianamente conocido - decidió reflotar al Llanero medio siglo después de su época de gloria. Las bazas eran interesantes - iba a ser producida por el mismo equipo que había resucitado el género de piratas en el 2003 con Piratas del Caribe; y contaba con el plus de que la dupla Gore Verbinski / Johnny Depp había orquestado uno de los mejores westerns de los últimos tiempos, la delirante Rango (2011), y la cual se había alzado con el Oscar a la mejor película animada de dicho año - y la apuesta era alta... pero el resultado final termina siendo decepcionante. El filme tiene varios problemas pero el principal - y aunque suene sacrílego - es Johnny Depp. Los guionistas se han enviciado tanto con sus personajes bizarros que terminaron siendo indulgentes con él, permitiéndole hacer todo tipo de pavadas, aún cuando el grueso de las mismas carezca de gracia o lastime el tono de las escenas en las que participa. Verlo alimentar un cuervo muerto o poniéndose de sombrero una jaula de pájaros no es lo que se dice una ocurrencia hilarante, y pronto uno termina por darse cuenta que El Llanero Solitario funciona mejor cuando Depp no está en escena.

Al igual de lo que pasa con la dupla Depp / Tim Burton, quizás le haya llegado la hora a este equipo creativo de separarse y reunirse con nuevos socios que les provean ideas frescas y un enfoque diferente. Aquí el Tonto de Depp no deja de ser Jack Sparrow con taparrabos (y con un pájaro muerto en la cabeza!), pero ni siquiera es el Sparrow de Piratas del Caribe 1 sino el de la cuarta parte, esa que todo el mundo odió pero que terminó recaudando una obscena cantidad de dinero. En su afán de ser extravagante todo el tiempo Depp ensombrece a Armie Hammer, el cual es demasiado blando y anodino para ser el Llanero: es un torpe bobalicón que no emboca una y que recién en los últimos 15 minutos del filme empieza a comportarse como el héroe que dice ser. Lástima que los festejos llegan demasiado tarde como para sacar al filme del pozo.

Si Depp es molesto y Hammer es anodino, la otra cuestión es que el tono de la historia es demasiado dispar. Hay momentos en que uno piensa que todo el filme hubiera funcionado muchísimo mejor con un tono realmente serio - hay un trasfondo sobrenatural con John Reid regresando de la muerte y sintiendo el karma de los objetos que toca; o el villano, que devora los corazones de sus victimas y es extraordinariamente fuerte; eso sin contar la historia de la mina de plata maldita, la cual atormenta sobremanera al personaje de Johnny Depp -; pero, en cambio, el filme decide alternar escenas demasiado dramáticas o violentas - con tipos abriéndole el pecho a sus víctimas y devorándole su corazón aún palpitante, o la sugerencia de que la pierna de Helena Bonham Carter terminó siendo la cena del villano, regada con abundante Chianti - con otras en donde Depp está haciendo alguna pavada monumental (en especial, todas las que comparte con el niño al cual le cuenta la historia), lo cual lastima la efectividad de la narración.

Hay momentos ridículos; hay momentos aburridos; hay obviedades (de entrada ya sabemos quién es el villano), y hay momentos demasiado serios. Como héroe, el Llanero nunca termina de impresionarme; y toda la subtrama de inicio - con la versión anciana de Tonto contándole la historia a un niño en una decadente feria circense - es abominable. Eso no quita que haya algunas persecuciones entretenidas y algunas escenas que funcionan - como el disparatado climax con dos lineas de tren que se entrecruzan, la que funciona como una versión premium del finale de Indiana Jones y el Templo de la Perdición -, pero el tono general del filme es demasiado dispar como para resultar efectivo o siquiera recomendable. Quizás haya llegado el momento en que Depp deba probar otras recetas, o de que la dupla de Ted & Terry Rossio escriban textos menos deepizados, cosa de darle más oxigeno (e importancia) al resto de los personajes. Porque, así como está, El Llanero Solitario es apenas pasable pero una mera sombra de lo que pudo haber sido, una obra que hubiera rendido mucho más si hubiera estado en manos de gente más fresca y creativa.
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