El llamado salvaje

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Fuera del mapa

La nueva adaptación de la maravillosa novela del escritor estadounidense Jack London, The Call of the Wild, publicada en inglés en 1903, mal traducida al español desde 1939 como El Llamado de la Selva y bien traducida como El Llamado Salvaje o El Llamado de lo Salvaje, narra la historia de un enorme perro, cruza entre San Bernardo y Collie Escocés, secuestrado de su consentido hogar en California y vendido en Yukón durante la Fiebre del Oro a principios del Siglo XX para su uso como perro de trineo.

Michael Green, guionista reconocido por haber participado de algunos de los proyectos más importantes de los últimos años como Blade Runner 2049 (2017) y Logan (2017), que venía a su vez de adaptar una célebre novela de Agatha Christie en Asesinato en el Oriente Express (Murder in the Orient Express, 2017), fue el encargado de la traslación del mejor libro del primer período narrativo de Jack London. La dirección recayó sobre un veterano de Disney, Chris Sanders, guionista de Mulan (1998) y devenido director con Lilo & Stich (2002), Cómo Entrenar a tu Dragón (How to Train Your Dragon, 2010) y The Croods (2013).

En términos generales el film respeta la obra de London sin morigerar la crueldad de la historia original, pero tampoco la expone en toda su dimensión, incluso hay una caricaturización infantil del villano interpretado por Dan Stevens, un típico personaje vil con todo el estilo pueril de Disney. Protagonizada por el perro Buck, un can completamente compuesto por la tecnología de animación CGI, The Call of the Wild (2020) sigue sus aventuras como perro cartero y más tarde como amigo de un solitario hombre alejado del mundo tras la muerte de su hijo. Entre el mapa y el territorio, Buck y su amigo humano John (Harrison Ford) viajan hacia tierras fuera de los alcances de los agrimensores, espacios donde los buscadores de oro se adentran para encontrar su destino y donde la ley de la naturaleza rige sobre la ley de los hombres.

El trabajo de composición de Buck es realmente excelente, pero se nota su artificialidad principalmente por la exageración de los gestos perrunos. De todos modos, su carácter digital no afecta la emotividad que el personaje genera en el público, especialmente en los niños. Harrison Ford, Omar Sy y Cara Gee cumplen como los amos o amigos humanos del gran Buck, un perro que vive múltiples aventuras, descubriendo el mundo en toda su dimensión de sufrimiento, satisfacción y fascinación.

Al decidir respetar la novela, el film se toma su tiempo para narrar cada historia, desarrollar a los personajes e incluso construir la psicología de la manada de los perros que acompañan a Buck en su trineo postal como preámbulo de la lucha por el liderazgo. Green provee así de un guión sólido sobre el que Sanders realiza una buena labor. La voz en off de Harrison Ford hace las veces de narrador y apuntala el carácter de fábula que Sanders y Green le imponen a la propuesta.

Siguiendo así siempre a la obra original de London, el opus trabaja principalmente sobre la psicología canina, la elección de los amos y la relación de los perros con ellos, el aprendizaje y la compasión, los valores de los buenos líderes y su responsabilidad ante los maltratos y ante los malos liderazgos, y el peligro de la locura que la codicia por la obtención de riqueza desata en los hombres. El Llamado Salvaje celebra la relación entre el hombre y el perro, pone a los perros como protagonistas y a los humanos como acompañantes, algo patente en varias escenas como la del cartero intentando poner al perro más viejo delante de la manada en lugar de a Buck.

Más allá del alejamiento de la naturaleza a través de la simulación, una operación de la cultura actual de plástico creada en una oficina que imita a la naturaleza como si fuera un paisaje de un pasado lejano a recordar mientras avanzan los rascacielos de lujo, la película cumple y Buck es un muy buen personaje con una personalidad y rasgos muy bien trabajados.

El Llamado Salvaje es una cálida propuesta para toda la familia, aunque hubiera sido mucho mejor con un perro de verdad y sin tanto CGI. Sin romantizar ni banalizar el regreso a la naturaleza, pero tampoco desarrollando toda su dimensión, la película ofrece una visión entrañable de la naturaleza animal canina, su dualidad entre su carácter de mascota y su amor por el ser humano, su cuidador, y su lado salvaje e instintivo como descendiente de los lobos.