El líder

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Hazañas en la naturaleza salvaje

El líder, la nueva película de Joe Carnahan que se estrena hoy, llega a la pantalla con un relato efectivo y una serie de personajes muy definidos. Un film que recupera los espacios y la acción del cine de aventuras.

En el desolado paisaje blanco de Alaska un grupo de hombres trabaja en una refinería de petróleo en condiciones extremadamente hostiles, tanto que hace falta la presencia de Ottway (Liam Neeson), un francotirador encargado de matar a los lobos salvajes que merodean por el lugar a la espera de que algún ser humano se descuide y se convierta en víctima.
Cuando llega el momento del descanso, los hombres se trasladan a la ciudad de Anchorage pero el avión que los transporta se estrella en el medio de la nada y a partir de allí, el grupo liderado por Ottway, deberá luchar contra el frío, el hambre y sobre todo, a una manda de lobos que irán diezmando a los sobrevivientes.
Desde siempre, el cine de aventuras tuvo una fuerte relación con el medio donde transcurre la acción pero a medida que el mundo se fue haciendo más chico y la civilización fue avanzando, las posibilidades del género se fueron acotando. Consciente de estas limitaciones y a partir de un cuento de Ian Mackenzie, “Ghost Walker”, el director Joe Carnahan se decide por un relato tan simple como efectivo, con un rápido y definido perfil de los personajes que justifica su presencia en ese lugar olvidado –con su carga de fracasos laborales, afectivos o de soledad– y donde la tensión dramática siempre en ascenso se concentra en la amenaza del medio.
Es decir, ese grupo no debe estar allí, y la naturaleza se encarga de recordárselos a cada momento en esa especie de purgatorio blanco y despiadado.
El líder del título del film, con su carga de tristeza infinita por la pérdida de su esposa, es el encargado de mantener vivos a ese grupo heterogéneo y desesperado de hombres. A ellos, por historia nadie les regaló nada, pero que de todas maneras deben probar de qué están hechos, frente a la manada de lobos que los persigue, presentados en la película como los custodios de la naturaleza salvaje ante la presencia extraña de los seres humanos.
Una película masculina –al igual que el resto de la filmografía de Carnahan, como Brigada A, La última carta, Narc: Calles peligrosas y Sangre, balas y gasolina–, que trabaja con los códigos del sacrificio, el honor y la camaradería frente a un enemigo externo casi mitológico.
Una película de aventuras, como las de antes.