El libro de la selva

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

Equilibrio en la naturaleza

"El libro de la selva" cuenta la historia de Mowgli, un cachorro-humano criado en la selva por una familia de lobos, que se embarca en un fascinante viaje de autodescubrimiento cuando es forzado a abandonar el único hogar que conoció en su vida. Una película que impacta en lo visual y está excepcionalmente producida.

Mowgli (Neel Sethi, debutante) se cría en la sabana salvándose de la muerte gracias a una pantera de buen corazón y líder de la zona, Bagheera (voz de Ben Kingsley). El pequeño había sido abandonado hace años y desde bebé, el felino lo dejó a cargo de una manada de lobos, lo más parecido a una familia que supo encontrar. Pero en el reencuentro de todas las especies que habitan en la naturaleza, que se produce tras una terrible sequía en un lago en el que todos se reúnen sin cazar ni ser cazados, solo para beber agua de ese estanque, Mowgli conoce a Shere Khan (Idris Elba), un temible tigre de bengala que promete tomar represalias con la manada si no le entregan al pequeño, porque afirma que en la ley de la selva el hombre es un ser prohibido -para los animales el niño solo es un “cachorro humano”, no todavía hombre-. Para evitar que su familia sea atacada, el nene decide irse por su cuenta y Bagheera lo llevará hasta la aldea humana más cercana, aunque en pleno viaje son atacados por el tigre que lo quiere como trofeo. En medio de la pelea de bestias Mowgli escapa y deberá aprender a sobrevivir solo, conociendo tanto temibles depredadores como algunos ocasionales amigos.

Camino y aprendizaje

La fuga continuará hasta que la noticia de algo inesperado hará que el pequeño muestre nuevamente su valentía y decida volver a ayudar a los seres que lo adoptaron y criaron. Sus mentores le enseñarán a que actúe como debe hacerlo, siendo fiel a su esencia, pero aquí encontrará un conflicto moral (a sus siete años) entre si su espíritu es más animal o humano.

Basada en la clásica fábula de Disney, realizado con acción real y animales recreados por computadora, “El libro de la selva” impacta en lo visual, excepcionalmente producido, tanto como por su encanto de humanizar la convivencia de las especies animales. Si bien existen estamentos, líderes, manadas, depredadores y demás, su peso romántico y sentimental la hacen única en su simpleza, paradoja tras la complejidad de su realización. La nueva adaptación no necesariamente es una vuelta de tuerca ni un retrato fiel a su original, y allí el secreto de su novedad: respeta sus cánones y mantiene el encanto (fantasía, escenas musicales que no llegan a hartar), incrustando a la vez nuevas temáticas y otra profundidad.