El libro de la selva

Crítica de Luciana Boglioli - La Capital

El poder de un clásico

A casi 50 años del filme de Disney, la nueva versión de “El libro de la selva” llega como un llamado de la naturaleza para recordarnos el valor de los clásicos. Con la dirección de Jon Favreau (“Iron Man”), la película se destaca por su historia, claro, y por las nuevas tecnologías que hacen que todos los animales parezcan reales, mientras que el único real es su protagonista Mowgli (Neel Sethi). Esta historia de aventuras creada por el novelista indio Rudyard Kipling, ganador del Premio Nobel de Literatura, cuenta la historia de un niño criado en la selva por unos lobos, y que con la ayuda de un oso y una pantera debe tratar de sobrevivir al acecho de un tigre. Esta vez, Mowgli se enfrenta a desafiar sus propio poder, ese que lo hace tan humano. En sus manos está destruirlo todo, si así quisiera, sin embargo este niño invita a discernir entre el bien y el mal, la lealtad y el engaño, generando una gran empatía con el espectador. Definitivamente, es de esas películas que dejan una sensación de aprendizaje, una de esas películas que no significan dos horas perdidas en el rol de espectador. De esas películas poderosas que transmiten el valor de la naturaleza y la calidez de los paisajes selváticos. Esta nueva versión cinematográfica del clásico infantil es una cita obligada para disfrutar en familia -o solo porqué no- y redescubrir este relato que nunca pasa de moda.