El libro de la selva

Crítica de Javier Califano - Proyector Fantasma

Un clásico por derecho propio

Con El libro de la selva (2016) Disney toma distancia y se proyecta por delante de otras producciones que también ofrecen en términos técnicos diversas (re) creaciones del mundo animal elaborado enteramente en CGI, algo que muy menudo llama la atención debido a una evidente artificialidad. El libro de la selva, el clásico de la literatura de aventuras escrito por Rudyard Kipling y editado en 1892, narra las aventuras de Mowgli (estupendo Neel Sethi), un niño criado en la selva por lobos, al cuidado de su “madre” la loba Raksha (Lupita Nyong’o) quien junto a Akela (Giancarlo Exposito) el noble líder de la manada, harán todo lo posible para protegerlo e integrarlo a los suyos.

El caso es que el temible tigre Shere Khan (Idris Elba) se encuentra decidido a terminar con la vida de Mowgli ya que considera y generaliza que la presencia del hombre o el cachorro humano en la selva representa una amenaza. Para proteger a los suyos, Mowgli deberá abandonar el único hogar que ha conocido, lanzándose a la aventura -en su más clásica concepción como alegoría de un viaje de autodescubrimiento-, acompañado por la pantera Bagheera (Ben Kingsley), quien oficia como su mentor y, el siempre jocoso oso Baloo (Bill Murray). En su camino, Mowgli se encontrara con el más variopinto elenco del reino animal como Kaa (Scarlett Johanson), una serpiente de mirada hipnótica y voz seductora, o el Rey Louie (Christopher Walken), un gigantesco orangután que buscara valerse de Mowgli para robar el secreto de “la flor roja”: el fuego en dominio del hombre.

Sin miedo de lidiar con elementos de competente claridad y otros tantos de una imperante oscuridad, Jon Favreau (Iron Man y Chef), alude respetuosamente en su producción a subrayar reminiscencias del clásico animado de Disney en 1967 y a su vez manifiesta un gran conocimiento del libro original de Kipling, dando mayor profundidad emocional a los icónicos personajes desde una probada y exuberante adaptación.

Previo a su estreno pesaba mucho temor sobre esta adaptación del clásico de Rudyard Kipling, dado que el artificio tecnológico podía atentar contra la esencia misma de la obra en una versión carente de alma. El caso es que Disney Studios y Jon Favreau salen al ruedo demoliendo todos los prejuicios existentes, entregando una emotiva transposición fiel a la obra de Kipling, y su recordada adaptacion animada, donde los recursos digitales son sólo una herramienta más al servicio de un imponente relato.

No podemos olvidar la descomunal e increíble interpretación del pequeño Neel Sethi en su debut cinematográfico, quien lleva la película sobre sus hombros desde una interpretación plena de inocencia, ingenuidad y frescura manifiesta en la pantalla.

En cuanto a Ben Kingsley, Christopher Walken, Scarlett Johanson, Lupita Nyong’o e Idris Elba, que prestan sus voces a los personajes de El libro de la selva, cada uno de ellos se compenetra con el carisma idóneo para sumergirse de lleno en sus caracterizaciones. Pero el caso de Bill Murray, quien pone la voz al oso Baloo, que evidencia una perfecta armonía con su personaje, ya que es imposible no mirar el comportamiento y rostro de ese simpático oso, sin ver reflejado todo el repertorio de adorables sinvergüenzas que Murray ha llevado a la pantalla grande con anterioridad.

Cierto es que los efectos visuales de El libro de la selva poseen un encanto y un registro fotorealista sin precedentes a partir de las actitudes de “socialización humana” de muchas criaturas del reino animal, pero esta es una película de factura clásica, donde los logros técnicos pasan a un segundo plano dada la catadura del relato, como ocurriese hace un tiempo atrás con La Vida de Pi (2012).

El libro de la selva, de Jon Favreau es un gran espectáculo que nos hace (re) descubrir esta obra maestra del cine y la literatura con los ojos de un chico, quedando a merced del encanto y la esencia misma de la aventura, desde la naturaleza conmovedora y entretenida de una película que sin lugar a dudas perfila a convertirse en un clásico por derecho propio.