El legado del diablo

Crítica de Mariano Torres - Fuera de campo

Aunque El Legado del Diablo (en adelante, Hereditary, tal como es su nombre original libre de spoilers) se inscribe dentro de esta nueva ola de terror independiente de autor, le debe más a clásicos de otros tiempos como El Exorcista y, fundamentalmente, El Bebé de Rosemary de Roman Polanski, que a joyas del horror moderno como Get Out (Jordan Peele) y la reciente A Quiet Place (John Krasinski). En ese mismo sentido, su pariente más cercana acaso parece ser La Bruja (Robert Eggers), y aún así Hereditary va mucho más allá que varios de los exponentes mencionados.

El film de Ari Aster comienza como un drama familiar, y permanecerá como tal buena parte de la película. Es aquí donde conviene aclarar algo importante: el espectador que busque apenas golpes de efecto dosificados con altas dosis de gore, posiblemente saldrá decepcionado. Hereditary parte de una situación dramática, luego se aferra a una tragedia (que, por supuesto, no parece estar aislada del anterior hecho) y finalmente desciende a los infiernos del terror psicológico más puro, entregando a la vez algunas de las imágenes más perturbadoras de los últimos tiempos en cine.

Conviene no adelantar demasiado de la película: hasta resulta sumamente contraproducente mirar el trailer de la misma, que adelanta varias de las muchas sorpresas que el film de Aster depara. Basta con saber que el conflicto se gesta dentro de una familia típica americana, compuesta por una madre que acaba de perder a la suya (Toni Colette, como siempre, impecable), un padre gentil que busca mantener unida a la familia (Gabriel Byrne), un adolescente de rumbo perdido (Alex Wolff) y una niña perturbada que esconde más de un oscuro secreto (Milly Shapiro). En el núcleo del relato está la omnipresente muerte, y una sensación contínua de que algo está por estallar.

El director Ari Aster maneja con habilidad el suspenso, primero de manera gradual y luego con estallidos que rozan lo surrealista. Así el horror permanece, finalmente, aún después de terminada la película, cuando el espectador intenta recolectar varios de los hechos acontecidos en pantalla.