El largo viaje de Alejandro Bordón

Crítica de Diego Brodersen - Página 12

"El largo viaje de Alejandró Bordón": hacia el infierno

El film propone una cruza de documental testimonial y reconstrucción ficcional, aunque lejos del formato televisivo convencional.

Los datos duros en el centro de El largo viaje de Alejandro Bordón forman parte de la memoria de los casos policiales recientes. En la madrugada del 5 de octubre de 2010, Juan Alberto Núñez, colectivero de la línea 524 con cabecera en Lanús, fue asesinado de varios disparos en una calle de Monte Chingolo. Apenas unos minutos más tarde, Alejandro Eduardo Bordón, operario en el Aeroparque Jorge Newbery, fue detenido por un oficial de la policía subiendo a un colectivo de la misma línea. Horas después, Bordón se transformaba en el único sospechoso, acusado de un crimen pasional una vez desechada la opción del robo. El comienzo de un calvario personal y familiar que terminaría casi dos años más tarde, cuando la defensa logró demostrar que no sólo no existía ni una prueba concreta en su contra, sino que las que sí se presentaron por la demanda habían sido, en el mejor de los casos, distorsionadas. En el peor, pergeñadas para inculparlo. El documentalista Marcelo Goyeneche propone un viaje al infierno de las causas inventadas, a partir de una cruza de documental testimonial y reconstrucción ficcional, aunque lejos del formato televisivo convencional.

En blanco y negro con fondo neutro, Bordón, su esposa Noemí Bravo y el abogado Eduardo Soares recuerdan los pormenores de aquella terrible noche y los aún más dolorosos meses por venir, la condena social y mediática instantánea, los recelos de vecinos y compañeros y el comienzo, desarrollo y fin de la investigación y gestación de la defensa, que terminaría con la libertad del acusado. A esa columna vertebral, Goyeneche le entrelaza fuertemente una serie de segmentos ficcionales, en los cuales el actor Diego Cremonesi encarna a Bordón y Tatiana Saldoval a su pareja, amén de un personaje reinventado por Dante Alighieri: el poeta romano Virgilio, interpretado por Jorge Prado. Es este último quien camina entre el resto de las criaturas, reflexionando e interviniendo indirectamente, mientras una escenografía minimalista hace las veces de calle, celda y tribunal. De fondo, imágenes de las célebres ilustraciones de Gustave Doré para La divina comedia y fragmentos del film mudo The Lodger, de Hitchcock, ilustran y “conversan” con la recitación de pasajes de textos de Gramsci, Mandel y, desde luego, Alighieri.

El largo viaje… intenta emplazar el caso Bordón como un ejemplo preciso de la aplicación del sistema policíaco-judicial creado y afilado en el siglo XIX, cuyos excesos suelen caer invariablemente sobre las clases más bajas de la sociedad. Así, la necesidad de hallar un culpable, a cualquier costo, para sostener la paz social; caiga quien caiga, aunque se trate de un completo inocente. El modelo más cercano del largometraje de Goyeneche parece ser El Rati Horror Show, el film de Enrique Piñeyro y Pablo Tesoriere que, hace más de una década, hizo por el caso de Fernando Carrera –otra infame causa armada– algo similar. Desde luego, el verdadero asesino de Núñez nunca fue descubierto y muchos de los responsables del “armado” de las pruebas contra Bordón no fueron procesados. Nueva demostración de que no siempre el que las hace las paga y que, muchas veces, quien no hace nada termina haciéndolo con creces.