El laberinto

Crítica de Emiliano Román - A Sala Llena

El duelo que más duele.

El duelo por la muerte de un hijo, es uno de los procesos más dolorosos que puede experimentar un humano, a lo largo de su vida. De hecho, es el temor más grande de aquellos que son padres. No hay nada que pueda cicatrizar tremenda herida, la tramitación de esa pérdida muchas veces queda inconclusa y sólo resta refugiarse en algún tipo de paliativo que consuele y teja frágilmente ese agujero en la psiquis humana.

Este miedo universal, ya ha sido abordado en varias películas, las cuales nos intentaron mostrar como se las arregla un padre-madre, durante la tramitación de ese dolor, donde todo aparece como desesperanzador. Podemos citar, entre algunos, al maravilloso film italiano de Nanni Moretti La Habitación del Hijo, el drama norteamericano En el Dormitorio, la impactante cinta canadiense de Atom Egoyan El Dulce Porvenir, o la francesa, estrenada hace un par de años, Hace Mucho que te Quiero, con una memorable actuación de Kristtin Scott Thomas.

Un largometraje que aborda esta temática dirigida por John Cameron Mitchell (Hedwing and the Angry Inch y Shortbus), hacía pensar que podíamos estar en frente de un film absolutamente cuidado estéticamente, como lo fueron sus sobrevalorados trabajos anteriores, pero lleno de exhibicionismo, moralejas y sentimentalismo, del que también abundaron en los mismos. La primera premisa se cumplió, la segunda, afortunadamente no.

El Laberinto relata la historia de cómo se las debe arreglar una joven pareja, cuando le ocurre lo peor, la muerte accidental, y hasta tonta de su único hijito de cuatro años de edad. Se podría caer en el golpe bajo fácilmente, pero sobresale una narración que evita los lugares comunes y rescata la subjetividad e individualidad humana frente a un transe como este.

Becca (Nicole Kidman), intenta renegar del dolor queriendo deshacerse de todo aquello que la sumerja en el recuerdo del niño. Howie (Aaron Eckhart), al contrario, necesita conservar aunque sea en objetos e imágenes, la presencia de su hijo. En esta diferencia, se rearma el lazo de esta pareja, que parecen estar condenados al puro desencuentro.

De este dolor compartido trata este film, basado del guión original (Rabbit Hole) de David Lindsay-Abaire, ganador del premio Pulitzer en 2007. Una narración que retrata con altura, acidez, tensión, melancolía y mucha reflexión, lo que puede llegar a impactar un hecho como este en una pareja y su entorno.

Cameron Mitchel se vale de su talento, para transmitir con impecables imágenes, gran ductilidad de planos y un preciso acompañamiento musical, los vaivenes y ambivalencias de los protagonistas. El trabajo interpretativo es notable, con gran altura Aaron Eckhart encarna a este padre puramente desanimado, pero con ganas de tramitar la situación como pueda. Nicole Kidman, hace un trabajo de gran nivel, que sería de lo más brillante, si no fuese que su metamorfosis facial le paraliza algunos gestos de su ex hermoso rostro. Maravilloso lo hecho por Dianne Wiest, como la madre de Becca, quien intenta aconsejar a su hija, para rescatarla del dolor, pero cuanto más hace, más la embarra.

El Laberinto, es un interesante estreno de esta semana, que a pesar de lo mortífero que aparenta ser su argumento, de lo melancólica que puede llegar a ser su historia y de la dolorosa trama que relata, no deja de ser una oportunidad para reflexionar sobre la vida misma y como esta sigue aunque lo peor nos haya ocurrido.