El karma de Carmen

Crítica de Emiliano Román - A Sala Llena

El malestar en la cultura del 2x1.

Carmen (Malena Solda) es un personaje querible pero contradictorio que nos remite a rasgos de otros protagónicos femeninos histriónicos que se han llevado a la pantalla grande: Bridget Jones (El Diario de Bridget Jones), y la Tana Ferro (Un Novio para mi Mujer). De la primera conserva esa sensación melancólica de soledad irreparable a los 36 años, cierta impulsividad reprimida y bastante torpeza en algunas situaciones, y de la segunda tiene el carácter quejoso, insatisfecho, denunciante y obstinado.

Chica culta, profesora universitaria, lectora del Malestar en la Cultura de Freud, adicta al helado de dulce de leche y eterna procastinadora, Carmen está detenida en un presente que no hace más que reflejarle un currículum lleno de fracasos amorosos y un futuro muy poco alentador en cuestiones sentimentales. Es así como se gana en una rifa un viaje para dos personas a Mar del Plata, ciudad no muy encantadora para ella. En este mundo hecho para dos, Carmen no tiene con quien ir y eso la lleva a intentar realizar algunos cambios subjetivos, aunque se la pase metiendo la pata.

El film culmina siendo una comedia romántica con ribetes dramáticos: aparece el galán (Sergio Surraco) que viene a replantear su existencia, donde el mayor logro es la construcción del personaje principal que va armando la piezas de los conflictos internos de Carmen, sostenido a su vez por la solidez interpretativa de su actriz protagónica, quien nos lleva a recorrer durante el metraje un paseo empático por sus laberintos neuróticos.

Sin embargo, peca en algunos momentos de escenas forzadas, que intentan ser insólitas pero pierden credibilidad, como cuando se enfurece de la nada con un policía y le grita impunemente “facho”. También hay algunos personajes y situaciones estereotipadas y previsibles, y además si bien es una historia actual y moderna, queda un poco anacrónica al querer prescindir -aunque no siempre- de casi todos los medios virtuales de comunicación que priman en la actualidad. Hubiese sido más rico que se agreguen las nuevas tecnologías que nos conectan con el otro para darle un realismo correspondiente a nuestras épocas.

De todos modos, el relato está bien logrado porque es atractivo a nivel narrativo. La dupla y química actoral que alcanzan Malena Solda y Laura Azcurra, en el papel de su mejor amiga, logra momentos divertidos y absolutamente femeninos, y el vínculo que establece con el mantero amigo (Daniel Valenzuela), proveedor de películas truchas, no tiene desperdicio. Estamos ante una comedia simpática y entretenida, gracias a que Rodolfo Durán propone una narración lineal pero versátil, con algunos giros interesantes que hacen que el film no se torne tedioso ni monotemático. Seguramente logrará empatizar con gran parte de la platea femenina, que siente que las chicas no solo quieren divertirse.