El juego del miedo 3D

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Saw 3D se trata de la sexta y (teóricamente) última secuela de la saga El Juego del Miedo, iniciada con resonante suceso en el 2004. En realidad se trata de Saw VII, pero luego del megahit de Avatar, la tecnología 3D se ha contagiado como la gonorrea en la industria cinematográfica, y todo el mundo se dedicó a filmar / reconvertir películas en tres dimensiones, aprovechando que las entradas a dichos cines son más caras y permiten hacer una buena diferencia de caja. Ello también ha servido de excusa para resucitar sagas agotadas, que van desde Resident Evil y Saw hasta la inminente reconversión de la trilogía clásica de La Guerra de las Galaxias (y Jorgito Lucas sigue currando!). Y acá el chiste es mostrar tripas saltando de la pantalla y salpicando al público de la platea.

Pero si uno le saca la novelería tecnológica, Saw 3D es un pastiche mediocre. La saga ha caido en un estancamiento creativo y hace varias entregas que viene copiándose a sí misma y en demasía. He aquí a otro tipo que metió la pata y al que el asesino ha decidido tirarlo en un laberinto lleno de salas de tortura activadas automáticamente, en donde sus amigos / compañeros hacen de conejillos de indias. Los artefactos de tortura no estremecen y, lo que es peor, los efectos especiales parecen salidos de una pelicula serie Z - una ristra de chinculines no se ven convincentes como intestinos humanos, y todos los cuerpos parecen maniquíes baratos -.
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Pero en realidad el mayor problema de Saw 3D es el director Kevin Greutert, que simplemente es un inepto. Greutert es incapaz de generar el más mínimo grado de shock con las muertes, e incluso arruina toda la tensión que implica el duelo entre la viuda y el secuaz de Jigsaw. La secuencia inicial - en donde dos muchachos están atados a sierras interconectadas y deben matarse mutuamente porque, sino, la chica que sale con ambos será rebanada por una tercera sierra que está en el medio - está rodada como el demonio, desperdiciando todas las posibilidades de dicho escenario (la desesperación de la chica, los protagonistas, el público). Ni siquiera el regreso del histórico Cary Elwes (primera víctima de Jigsaw en El Juego del Miedo I) ni el cameo obligatorio de Tobin Bell (el Jigsaw original) tienen el peso, el misterio y los minutos de pantalla que se merecían. Por contra, Greutert y los libretistas le dedican muchísimo más tiempo a una parva de personajes mal escritos y, lo que es peor, mal actuados. El principal ofensor de los sentidos es Chad Donella - que hace del detective Gibson, quien le sigue el rastro a Hoffman -, el que parece estúpido y gesticula de manera irritante. Luego está el ex Joven Indiana Jones Sean Patrick Flanery, que tiene toda la pinta de un tipo deformado por años de alcoholismo (qué le ha pasado a este hombre?), y es extremadamente chato como protagonista. Costas Mandylor sigue siendo un flaco reemplazo de Tobin Bell y la única que podía destilar amenaza y locura es Betsy Russell como la viuda de Jigsaw, pero el libreto se empeña en tenerla poco tiempo en escena.

La última película que me gustó de la saga fue Saw IV; luego de eso el director Darren Lynn Bousman se fue y la serie comenzó a hundirse de manera cada vez más pronunciada. Saw 3D es efectista, insulsa y rutinaria. En los últimos 10 minutos el filme mejora un poco la puntería, aunque las explicaciones y giros de tuerca son demasiado traídos de los pelos. La suerte de algunos de los protagonistas está definida de manera gratuita y con el simple cometido de explotar el 3D, lanzando tripas a la pantalla. Y ni siquiera provee la gran y satisfactoria conclusión que pretende vender, ya que todo está abierto para una futura Saw VIII. A mi juicio, la saga ya ha pasado hace rato el límite de lo potable, especialmente después de la forzada inclusión de Costas Mandylor; pero, como la taquilla manda y las secuelas son muy baratas de producir, no sería de extrañar que tengamos otro capítulo para el año que viene, algo que no me entusiasma en lo más mínimo.