El jóven Ahmed

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Los hermanos Jean Pierre y Luce Dardanne no solo crearon un estilo de cine premiado y reconocido sino que con este film, ganaron  como mejores directores en Cannes, también demuestran que se atreven a cambiar. Por primera vez ponen su atención y el protagonismo en una etnia y en un grupo social que no sea de europeos blancos y de clase trabajadora. Aquí un niño de trece años, de madre belga blanca y padre árabe, es el inmutable centro del film. Lo que se muestra con su habitual virtuosismo de los realizadores, es como un adolescente, se rebela contra el entorno familiar y educacional, influido por un imán local que le predica el odio hacia los infieles. La transformación es tan grande que su propia madre, insultada por el hijo por beber alcohol, lo desconoce en sus hábitos. Ese chico que reza cinco veces al día que se niega a darle la mano a su maestra con quien tiene una deuda de gratitud, que trata de prostituta a su hermana porque viste a la moda, toma la determinación de asesinar, de hacer su propia misión. La radiografía de cómo la penetración de la religión en un niño en transformación se produce queda en el espectador, se sabe que tuvo un primo que se  inmoló, que su futura víctima musulmana pero que sale con un judío y tiene una interpretación pacífica y amplia de la religión, pocos datos. El adolescente actúa con una frialdad digna de un robot absolutamente inmune a la preocupación de psicólogos, asistentes sociales ,que se engañan a si mismos de sus progresos y la insinuación de una relación amorosa con una compañera de tareas. Una visión escalofriante de los fanatismos, una mirada sobre alguien a quien la piedad nunca lo alcanza.