El jilguero

Crítica de Matías Lértora - Cines Argentinos

No leí el best seller de Donna Tartt, así que entré a ver el film con la información que había obtenido en el trailer meses antes.
No pretendía nada, solo esperaba que la película me atrapara para que sus casi tres horas de duración no se me hicieran largas. Y por fortuna sucedió ello.
Quedé inmerso en un mundo cautivante, pero que al mismo tiempo se me hizo difícil de digerir.
Soy consciente de que este film aburrirá a mucha gente y es mi deber aclararlo.
La narrativa es lenta, se toma su tiempo, y para muchos espectadores no les será fácil.
Asimismo, hay un tema de identificación y empatía con su protagonista. Disfruté mucho más la versión adolescente de Theo Decker y todo ese mundo que su vida adulta.
Y buena parte del metraje está destinado a contar esos años que, además, son la verdadera causa y gatillo de todo.
Me refiero a varios pasajes de su vida y no al incidente que da origen a todo.
El director John Crowley, quien también es el responsable de otra película cautivante tal como lo fue Brooklyn (2015), hace una buena puesta apoyándose mucho, tal vez demasiado, en su elenco (joven).
Así es como el joven Oakes Fegley le roba todo a Ansel Elgort, y que suceden situaciones como que interese más ver a Finn Wolfhard que a Nicole Kidman.
El guión es intrincado, hay mucho subtexto y muchos detalles. Y aún así no logra una contundencia.
Pero, sin embargo, El Jilguero posee cierta mística y una capacidad brillante de atrapar al espectador si es que éste entra en código.
En definitiva, si te gusta mucho el cine y las películas largas, es una buena chance de experimentar un poco y ver qué te pasa.